- Aumentar los ingresos, tanto fiscales como no fiscales (regalías principalmente), que llegaban a las monarquías. Esto es debido al aumento del gasto militar y suntuario. El gasto militar aumentó básicamente por las innovaciones técnicas y por el cese de la aportación de tropas por parte de la nobleza, característico de la etapa feudal. Para algunos autores como Geoffrey Parker, fue la guerra el motor del cambio hacia el absolutismo, ya que los cambios técnicos llevaron a la necesidad de más impuestos y por lo tanto una mayor centralización y control del territorio. Esta teoría ha sufrido numerosas críticas. Es cierto que ambos procesos estuvieron relacionados en varias de las monarquías europeas, pero las excepciones, como el caso de la monarquía parlamentaria británica, hacen que no se pueda aplicar un determinismo causal.
- Fomentar la riqueza de las élites. A pesar del teórico poder absoluto de las monarquías absolutistas, seguían dependiendo económicamente de clero, nobleza o las oligarquías municipales. Las altas capas de la sociedad estaban organizadas en redes clientelares en cuya cúspide estaba el rey. Dentro del juego de intereses de la época, se establecía una especie de pacto en el que a cambio del apoyo económico de estos grupos, el monarca se encargaba de garantizar sus privilegios. Estas redes eran, por otra parte necesarios para el control territorial a nivel regional y municipal. Aparece así la contradicción de que al enriquecer a estos grupos, se fomenta indirectamente la economía de la Corona, pero también se limita su poder.
Algunas de las prácticas llevadas a cabo dentro de esta política económica son el proteccionismo (políticas arancelarias) y un cierto grado de autarquía, la limitación de la importación de manufacturas y la exportación de materias primas (y el fomento de lo contrario) o la creación de monopolios comerciales. Las características básicas de las políticas mercantilistas se pueden resumir en:
Poblacionismo. La riqueza del Estado es mayor cuanto mayor sea su población.
Bullonismo. La riqueza del Estado es mayor cuanta más cantidad de metales preciosos atesore. Las políticas bullonistas se preocupan del control de las minas.
Protección de industria y comercio. A falta de minas, es el otro método para obtener oro y plata. Además, por la competencia, la riqueza ingresada deja de ir a parar a las arcas de las monarquías rivales.
Balanza comercial favorable. Controlar que la exportación sea mayor que la importación para evitar la fuga de capitales.
Fortalecimiento del Estado. Como objetivo final y primordial.
Historiografía.
El mercantilismo no existe como doctrina homogénea. Es una aglutinación de escritos y prácticas económicas con ciertas características comunes pero sin una aplicación uniforme. Son planteamientos empíricos, soluciones a problemas prácticos concretos, pero no existe una teoría mercantilista definida como tal. Los escritores del XVI y XVII no tenían conciencia de pertenecer a una escuela.
El término fue acuñado en el XVIII por los fisiócratas y consolidado por el liberalismo, como algo peyorativo, opuesto a las prácticas económicas liberales.
Es la historiografía alemana de finales del XIX la que le da carácter de doctrina homogénea y le da un contenido definido. Se la defiende como un medio para fortalecer el Estado. Estos autores están influidos por el nacionalismo alemán, ya que la construcción del Estado alemán era reciente y la defensa del mercantilismo histórico era un forma de justificar la política económica bismarquiana, de claro tinte proteccionista.
En 1931, la obra El mercantilismo de Hecksher consolida la unidad y el carácter positivo de esta doctrina, defendiéndola de nuevo como medio de fortalecimiento del Estado. La influencia de esta obra es enorme en la historiografía posterior. De hecho algunos de los conceptos clásicos asociados al mercantilismo (como por ejemplo el bullonismo) provienen de esta obra.
Después de la segunda Guerra Mundial, aparecen sucesivas críticas, generalmente desde el mundo anglosajón (cultura económica liberal por excelencia). Diner y Coleman le critican, negando la existencia del mercantilismo como escuela. Coleman apunta además que el estudio de Heckscher solamente analiza los casos de Inglaterra y Francia, dejando de lado al resto de Europa. Define la doctrina como invención a posteriori. Hoy en día el debate sobre la existencia o no como del mercantilismo como escuela y doctrina sigue vigente.
Variantes nacionales
Castilla
Durante el XVI y XVII el mercantilismo está asociado a los arbitristas. Estos son individuos que ante un problema económico concreto, proponen una solución práctica y hacen llegar un memorial al monarca proponiendo un arbitrio. Es una pervivencia del deber feudal de consejo al monarca, esperando una merced a cambio. Es un pensamiento práctico y heterogéneo, sin una teoría definida detrás. Algunos de los más destacados son Luis Ortiz, Álvarez Osorio, Caxa de Ceruela o Sancho de Moncada. Un tema recurrente en sus escritos es la decadencia de Castilla, causada por el abandono de los sectores productivos debido a la tendencia al ennoblecimiento de la burguesía que buscaba un modo de vida rentista. Esta visión influyó mucho en la visión negativa del XVII español, aunque en la actualidad está en revisión. Tópicos como la inexistencia de industria en la Meseta, la dependencia genovesa o la excesiva presión fiscal se están desmintiendo o relativizando.
En el XVIII, aparecen los proyectistas. Aunque en la práctica muy similares a los anteriores (búsqueda de solución a un problema concreto a cambio de promoción personal), estos son más precisos, sistemáticos y están mejor formados. Fomentan el poblacionismo y la reforma de la agricultura y de la industria. Insisten en marcar distancias con los anteriores a los que critican, hecho que también ha influido en la historiografía posterior (XVII como crisis generalizada, XVIII como recuperación, versión en la que también estaban interesados los Borbones), y que también está en revisión, iniciando el cambio en el reinado de Carlos II. Algunos de los proyectistas más conocidos son Uztáriz, Ulloa, Olavide, Jovellanos, Cavarrús o Bernardo Ward.
Inglaterra
Tampoco constituye un pensamiento homogéneo ni sistemático, sino de nuevo soluciones a problemas concretos. Algunos de los temas analizados son:
- Balanza comercial favorable (tratado por autores como Malynes, Misselden o Mun). L a solución para la falta de metales en Inglaterra era favorecer la industria y el comercio.
- Balanza comercial favorable en términos de empleo (Cary, Child). Fomento de la exportación, aumentando el empleo y la producción. La idea de medir la riqueza en términos de producción y no ya solo en cantidad de metales preciosos, llegará a Adam Smith desde estos autores a través de los textos de Robert Chantillon.
- Tipos de interés (Locke, Child). Necesidad de una mayor cantidad de masa monetaria para bajar el tipo de interés. Formulado en los años 60 del XVII, en un contexto pesimista (1666 incendio de Londres, centro de la economía inglesa), la escasez de dinero había llevado a la población a una cierta tesaurización, por lo que se pensaba que la abundancia metálica llevaría a una reactivación de la circulación.
- Afán de cuantificación (Petty). En plena revolución científica, William Petty, parlamentario y metido en los círculos intelectuales de la época, escribe La aritmética política. En esta obra trata de medir la realidad en números, medidas y pesos. Este cambio de método, más objetivo y científico, supone un importante avance para el análisis económico. A este autor no se le identifica con las ideas mercantilistas, pero encaja en el mismo marco cronológico.
Francia
El pensamiento económico responde principalmente a objetivos económicos, distinguiéndose dos fases, una primera defensiva y una segunda ofensiva y expansiva.
- Finales del XVI, principios del XVII. Laffemas y Montchrétien. Enfatizan en la búsqueda de autarquía. Esto es comprensible por el contexto con un cierto caos interno (guerras de religión) y la amenaza de externa de la monarquía hispánica, rival en estos momentos y casi rodeando territorialmente Francia.
- Segunda mitad del XVII. Colbert. Ministro de economía de Luis XIV, propone fomentar las manufacturas para exportarlas y así atraer parte del dinero circulante por Europa. Además propone una política proteccionista con aranceles externos y la obstaculización de la exportación de materias primas y el favorecimiento de la exportación de las manufacturas. Para fomentar la producción manufacturera se les da privilegios fiscales, se interviene en los gremios y se crean las reales fábricas, grandes centros productivos, cercanos al monopolio cuyo principal representante es la fábrica de gobelinos (tapices de lujo).