martes, 16 de diciembre de 2008

LA AGRICULTURA EN LA EDAD MODERNA. LOS EJEMPLOS DE INGLATERRA Y HOLANDA.

Entre la tradición y la innovación.- A rasgos generales, la agricultura durante el Antiguo Régimen se caracteriza por la rutina y las prácticas tradicionales. La agricultura logró sostener un crecimiento demográfico que supuso la duplicación de la población entre 1550 y 1820; si bien es cierto que las excepciones son Inglaterra y Países Bajos, que consiguieron un excedente destinado al comercio, podemos sentenciar que el conjunto de la agricultura europea es de subsistencia hasta los albores de la contemporaneidad.

Aunque la diversidad y evolución de los distintos paisajes europeos era una realidad, el crecimiento de producción se realizó fundamentalmente mediante procesos de tipo extensivo: roturación de bosques y baldíos, bonificación de terrenos pantanosos, conversión de pastos en tierras de cultivo. En estas prácticas extensivas no intervenían innovaciones tecnológicas que intensificaran la productividad; por lo tanto, estaban destindas a proporcionar unos rendimientos decrecientes por cada unidad de superficie añadida (ley de rendimientos decrecientes).

La intensificación podía lograrse de muchos modos. La agricultura destinada al abastecimiento de las ciudades fueron zonas con cultivos muy variados. La introducción del maíz, de cultivos industriales como la morera, o la viña, siempre que fuera destinada al comercio, son alguos ejemplos importantes.

La inversión con capital privado se desarrolló en Inglaterra, en el continente las inversiones en capital social fijo podían proceder de los poderes públicos, como fue generalmente el caso de la infraestructura del regadío en los países mediterráneos.


La agricultura en Inglaterra. Openfields y enclosures. La revolución agrícola inglesa.- El paisaje agrario inglés se dividia entra las tierras ocidentales, más húmedas y con predominio de la ganadería; y las orientales, más secas y más agrarias. En muchos lugares de Inglaterra predominaba el sistema de campos abiertos (openfieldas) con rotación bienal o trienal, con derecho libre de pasto y roturación de bosques. Las mejores tierras estaban situadas en las colinas al sur de Inglaterra, bien comunicadas por vía marítima o por ríos navegables, dedicadas al cultivo del trigo y a la ganadería lanar. En estas tierras existía una estructura social muy polarizada, y los cercamientos (enclousers) eran generalmente muy antiguos.
Recibe el nombre de enclosures el proceso que transformó los métodos agrícolas tradicionales, fundados en la cooperación y el cultivo organizado sobre una base comunitaria, en un sistema agrario individualista, en el que cada explotación se hallaba separada físicamente de las explotaciones vecinas.
El objetivo de los grandes y medianos propietarios era conseguir propiedades consolidadas y eficientes, en las que poder introducir libremente los métpsdps de la nueva agricultura, con la posibilidad de ampliarlas a costa de comunales y baldíos. Los nuevos propietarios eligieron las mejores tierras, tanto por su calidad como por sus buenas comunicaciones, su objetivo era que los beneficios fueran superiores a los costes.
Los grandes perjudicados fueron los pequeños campesinos, los asalariados y los squatters (campesinos que explotaban tierras comunales). Muchos tuvieron que hipotecarse para finalmente vender sus tierras; en definitiva un grupo importante de la población pasó de ser jornaleros con tierra a jornaleros sin tierra y simpoles asalariados.
Hay diversidad de opiniones entre los historiadores sobre la cuestión de los cercamientos. Según Eric Kerridge, hacia 1700 ya se encontraban cercadas tres cuartas partes de la tierra cultivada en Inglaterra o Gales; Chambers y Mingay, rebajan esta proporción a la mitad de la tierra arable hacia 1750. Lo cierto es que en los siglos XIV y XV ya existían regiones importantes de Inglaterra completamente cercadas, por lo tanto, es un proceso amplio, iniciado antes de la modernidad.
Debates historiográficos a parte, lo cierto es que los cercamientos fueron un factor importante de diferenciación social en el campo inglés, aumentando la concentración de la propiedad y el número de pobres. También hay diversidad de opiniones al respecto. Este cambio de forma de la propiedad incidió en la conversión a una agricultura intensiva en el campo inglés y está en relación con la Revolución Agrícola que es el paso previo a la Revolución Industrial.
Existe un debate a cerca de la validez del término Revolución Agrícola para referirse a esta serie de cambios. Preferimos citar a Overton que distingue cuatro grandes etapas:
  1. El período anterior a 1650, donde aumenta la superficie cultivada pero no la productividad del trabajo. Sostenimiento del crecimiento demográfico.
  2. Entre 1650 y 1750 se generalizaron los nuevos cultivos. El aumento de la producción pudo deberse más a los efectos de la especialización regional y local que al cambio tecnológico.
  3. Después de 1750 disminuye la producción agrícola. Desde comienzos del XIX las tierras se dedicaron más a los cereales que a los pastos, pero los rendimientos no aumentaron de forma visible debido a la puesta en cultivo de tierras marginales. No obstante, la productividad aumentó debido a la introducción de nuevas tecnologías.
  4. Desde 1830 los rendimientos aumentaron de forma notable, convergiendo la agricultura mecanizada y la química.

La ampliación del espacio cultivable y la agricultura en los Países Bajos.- Una gran parte de los Países Bajos, Bélgica y Holanda, se encuentran bajo el nivel del mar. Esta lucha contra el mar experimentó una notable aceleración durante los siglos XVI y XVII. El sistema más corriente fue el de drenaje por gravedad, mediante canales perimetrales provistos de esclusas por donde desaguaba el terreno con la marea baja. Entre 1540 y 1686 es el período de mayor actividad en la bonificación de polders:

  • 1540-1565.- 37000 ha.
  • 1565-1589.- 8000 ha.
  • 1590-1614.- 36200 ha.
  • 1615-1689.- 75300 ha.

Estas grandes obras se efectuaron con capital tanto público como privado, y siempre con un alto grado de cooperación colectiva. La agricultura de los Países Bajos era desde fines de la Edad Media una de las más avanzadas de Europa. En las inmediaciones de las ciudades era donde se practicaba una agricultura intensiva alternada con la ganadería. Esta combinación con la ganadería permitía el cultivo de pratenses y forrajeras y facilitaba la disponibilidad de estiércol.

La agricultura en los Países Bajos estaba dominada por el mercado, tanto por la demanda interna, como por la demanda internacional. El país era deficitario en cereales, que se importanban desde el Báltico. La agricultura intensiva hubiera sido imposible sin la alta densidad demográfica y su alto grado de urbanización.

Conclusión.- Con las excepciones de Inglaterra y Países Bajos, la agricultura en Europa se caracteriza por la escasez y la falta de excedentes. Estas características la hacían vulnerable ante las crisis de aliementos que provocaban las malas cosechas, las guerras o las epidemias. El crecimiento no era sostenible ya que el modo de producción estaba expuesto a los rendimientos decrecientes. La literatura agronómica está fundamentada en la tradición hasta la aparición de la obra del inglés Jethro Tull The Horse-hoeging Husbandry or an Essay on the Principle of Tillage and Vegetation de 1731 y difusor del sistema de agricultura alternante de Norfolk. Por estas características la agricultura europea oscila entre la tradición y la innovación

ARDIT LUCAS, MANUEL: "Agricultura y crecimiento económico en la Europa Occidental"Síntesis, Madrid, 1992.


jueves, 11 de diciembre de 2008

Adam Smith

LA VIDA DE SMITH
Smith estudió en el Glasgow College donde tuvo como profesor de filosofía moral a Hutcheson. Estudió para sacerdote pero no tomó las órdenes sagradas. En 1750 ocupó la cátedra de lógica en el Glasgow College y posteriormente la de lógica. Por esa época entabló una relación de amistad con Hume que habría de durar hasta la muerte de éste en 1776. La “filosofía moral” era lo que hoy entendemos como ciencias sociales. Abandonó la cátedra para convertirse en tutor de un joven noble y después se trasladó a Francia donde empezó a escribir “La Riqueza de las Naciones” Esta obra recibió una gran acogida desde el primer momento, lo que le valió el nombramiento de comisario de Aduanas de Edimburgo. La amplitud de los temas tratados por Smith atestiguan la amplitud de sus inquietudes intelectuales.

LOS INTERESES PRIVADOS Y EL BIEN COMÚN.
Los puntos de vista filosóficos de Smith reflejan el espíritu de la época, con su creencia en el orden newtoniano de la naturaleza, es decir, un universo mecanicista cuya organización armoniosa y beneficiosa prueba la sabiduría y la bondad de su creador. Los moralistas británicos del siglo XVIII, entre los que se encuentra Smith, propusieron varios principios para tratar de integrar el mundo moral y social de una manera similar.
A Smith le correspondió la tarea de aplicar la idea de un mundo, que funciona como un mecanismo armonioso y bien ordenado, a las relaciones económicas y sociales.
La idea de la armonía de intereses y la noción de que la persecución de los intereses privados puede ser beneficiosa para la sociedad, estaba ya en el aire cuando Shaftesbury la incorporó a la corriente principal de la filosofía británica del siglo XVIII.

MANDEVILLE
Este pensamiento que, en síntesis, identifica las virtudes privadas con los beneficios públicos, fue desafiado por el médico holandés Mandeville para quien todo egoísmo es vicio y toda abnegación es virtud sin que exista término medio entre ambos. Su “Fábula de las abejas” que lleva el subtítulo de “vicios privados, beneficios públicos” escandalizó a la Inglaterra de su época. Condena el lujo y la búsqueda de ganancia como vicios, pero los describe al mismo tiempo como requisitos previos e indispensables para la prosperidad económica. De esta forma los vicios privados se convierten en beneficios para todos. Con esto hace aparecer al mundo como algo fundamentalmente perverso.
Es refutado por Smith quien habla con frecuencia de una “mano invisible” que conduce al hombre a promover el interés público, aún cuando el fin que se proponga no sea éste sino sólo su beneficio personal.
No parece que Smith tomara esta idea de Mandeville sino más bien de Shaftesbury. Por otra parte, la noción de “laissez faire” era ajena a las ideas de Mandeville, firme partidario de la intervención económica, para convertir los vicios privados en beneficios públicos mientras Smith confía esa transformación al libre juego de la competencia. Mandeville hace una farsa del “rigorismo” a diferencia de los ministros presbiteranos de la iglesia escocesa de la época que predicaban la total depravación del hombre y que pueden calificarse como auténticos rigoristas.

HUTCHESON
Fue maestro de Smith, a quien precedió en la cátedra de filosofía moral en Glasgow. A pesar de ser ministro presbiterano sus ideas se apartaban del ascetismo rigorista. Consideraba que el hombre estaba, por naturaleza, más dispuesto a la benevolencia que al mal y que el mundo contenía más felicidad que miseria. Nuestro sentido moral nos inclina a la benevolencia hacia los demás y nos conduce a la realización de actos que son a la vez útiles y placenteros. Hutcheson proporcionó a Smith, de esta manera, otro modelo de aquella mano invisible que trabaja, en este caso en sentido contrario, es decir, desde el beneficio de la sociedad al individual. Hutcheson no dudaba que la acción virtuosa es siempre útil aún cuando su virtud no derivara de su utilidad. Se adelantó a Bentham al proponer la famosa fórmula utilitarista de que “la mejor acción es la que procura una mayor felicidad a un mayor número de personas”.
Basa la ley natural en la utilidad social que es también la base del derecho a la propiedad privada, “sin el cual pocas esperanzas tendríamos de que existiera ningún tipo de industria”.

LA ÉTICA DE SMITH
La “Teoría de los sentimientos morales” y “La Riqueza de las naciones” son la versión de Smith acerca del newtonianismo moral y social, extendiendo el último la idea hasta el campo de la economía política. Ambas obras están en la tradición filosófica de los moralistas británicos, como Shaftesbury y Hutcheson. La “Teoría de los sentimientos morales” constituye un intento de desarrollar una ética basada en la benevolencia o compasión como principio unificador. Su éxito se debió a que es una ética que procede de los sentimientos humanos y no de la razón, de unas ideas innatas o de unos principios teológicos.
A pesar de la importancia de su “Teoría de los sentimientos morales”, la mayor aportación intelectual de Smith es “La Riqueza de las Naciones” en la que intenta, de una forma nueva, conciliar la nueva ciencia de la economía política en un universo newtoniano, mecánico y al mismo tiempo, armónico y beneficioso, en el que la sociedad se beneficia de las no intencionadas consecuencias de la búsqueda del interés particular de cada persona. Ambos trabajos están integrados por un principio unificador: Lo que realiza la compasión en el terreno moral, lo hace el propio interés en el económico.
La ética de Smith describe al hombre en posesión de un sentimiento de compañerismo que le hace ser partícipe de los sentimientos de los demás. Al compadecer o simpatizar con los demás aprobamos sus sentimientos. Y los demás, deseosos de obtener esta aprobación, procurarán ser dignos de ella, siendo empujados a obrar correctamente. El juez que decide la dignidad moral de nuestras propias acciones y de los actos de los demás habla a través de la voz de la propia conciencia interior. La de Smith es una ética de autodominio y de confianza en uno mismo, como lo es su laissez faire en economía.
Smith no admite que el sentido moral, la benevolencia o la utilidad puedan ser las bases de la ética, que él fundamenta en la simpatía o compasión por los demás y el deseo de aprobación que nos hacen dominar nuestro egoísmo y dar rienda suelta a nuestra inclinación por la benevolencia. El gran designio de la naturaleza es la felicidad de la humanidad, felicidad que promovemos nosotros mismos cuando seguimos los dictados de nuestras facultades morales.
Cada hombre recibe el encargo de la naturaleza de cuidar de sí mismo y por ello pretenderá conseguir su propia dicha dedicando a ello sus mejores esfuerzos. Si en la carrera hacia la prosperidad empujamos a nuestros competidores estaríamos violando las leyes del juego limpio, lo que sería inadmisible para nuestros semejantes. Pero si la ambición permanece dentro de los límites de la prudencia y la justicia, sería merecedora de admiración.
El hombre busca la riqueza no solo porque le empujen a ello las necesidades naturales sino, principalmente, por el deseo de emular a los que están por encima de él. El objetivo final de nuestros deseos es conseguir la condición de los grandes. Pero es sin duda esta cualidad engañosa de la riqueza “la que hace que surja la industria humana y la mantiene en movimiento perpetuo.” De esta forma, sin pretenderlo ni saberlo va avanzando el interés de la sociedad conducido por una mano invisible.
Smith extrajo de la filosofía moral británica la idea de un orden providencial del universo, en el que el hombre no es más un instrumento del Creador.
Los estudiosos alemanes de Smith creen descubrir un conflicto entre el principio de simpatía que ordena el mundo moral y el principio del propio interés que cumple la misma función en el mundo económico. El problema es más aparente que real si la búsqueda del interés privado se sitúa en el contexto del juego limpio al que nos hemos referido. Aunque hay más optimismo y complacencia en “La teoría de los sentimientos morales” que en “La riqueza de las naciones”, ambas están integradas por el mismo principio de autodominio o confianza en uno mismo que se manifiesta en el lema económico de laissez faire.
La libertad natural
La mano invisible tiene sus precedentes en la filosofía moral británica pero refleja también varias corrientes de pensamiento difíciles de desenmascarar. “Para llevar a un Estado desde la barbarie hasta la máxima opulencia poco se necesita aparte de paz, impuestos cómodos y una tolerable administración de justicia. El resto vendrá por sí mismo mediante el curso natural de las cosas. Los gobiernos que sigan caminos diferentes serán antinaturales y para mantenerse en el poder deberán ser opresivos y tiránicos.

PUFENDORF Y LOCKE
La idea del laissez faire aparece temprano en la obra de Smith; sin embargo no sabemos hasta donde fue estimulada por sus estudios sobre Derecho natural realizados en Glasgow, donde pudo leer a Grocio y Pufendorf, escritores exponentes de una ley natural secularizada, de la que deducían los principios básicos de la jurisprudencia. En el pensamiento de Pufendorf surge obscuramente la idea de unos “derechos naturales” que la ley natural concede al hombre y al ciudadano. La obligación que tiene el gobernante de respetar dichos derechos es considerada por Pufendorf como incompleta, ya que en el caso de que las leyes humanas prohíban lo que las leyes naturales ordenan, el ciudadano deberá respetar las leyes humanas.
En los escritos de Locke el estudio de los derechos naturales alcanza su pleno desarrollo. Los derechos naturales llegan a considerarse ahora como algo innato e inalienable, en contraste con los derechos adquiridos. Con esto surge la idea de la limitación de las funciones gubernamentales.

En Locke pudo encontrar Smith unas definiciones mucho más claras acerca de los derechos de los individuos frente al gobierno, que expresan las aspiraciones populares de la época respecto a la protección de la vida, de la libertad y de la búsqueda de la felicidad. La garantía de la libertad del hombre en sociedad está asegurada en el pensamiento de Locke tanto por el consejo de los gobernados, como por otras condiciones entre las que se incluye la de considerar al gobierno como un administrador fiduciario, al que se le autoriza sólo a promulgar leyes que sean para el bien del pueblo. La grandeza de la filosofía de Locke reside en haber proporcionado los cimientos del estado democrático moderno, sin encerrarlo dentro de ninguna forma concreta de organización económica.
Cuando Smith hace su petición de la libertad natural o de laissez faire, tenía ya tras de sí la tradición de la filosofía política de Locke. En ésta pudo encontrar ya la gran idea de que existen limitaciones a las funciones legítimas del gobierno, como la que restringe la actuación del poder legislativo a la promulgación de leyes que promuevan el bien común. Para Smith el bien público o común, requería del laissez faire, ya que la persecución del interés de cada uno, guiado por la mano invisible de la competencia, daría lugar a dicho bien; la intervención del gobierno en la esfera económica obstaculizaría, por el contrario, la consecución del bien público, en lugar de ayudar a conseguirlo.

LAS PARADOJAS DE LA SOCIEDAD COMERCIAL.
Smith fundió el liberalismo político de Locke con su propio liberalismo económico, convirtiéndose con ello en el profeta de la sociedad comercial del capitalismo moderno, bajo la cual la iniciativa privada, estimulada por las ganancias, puso en práctica las innovaciones tecnológicas de la revolución industrial, en forma relativamente independiente de los controles gubernamentales.
Sin embargo, la sociedad comercial tan convincentemente racionalizada para los contemporáneos de Smith en “La Riqueza de las Naciones” resulta ser una sociedad que el mismo Smith encuentra viciada por numerosos y serios defectos. La obra está llena de ejemplos de los mismos. La división del trabajo de la que surge la riqueza de las naciones, elogiada en el Libro I, está descrita en el Libro V como la responsable de hacer al hombre un ser estúpido, por la monotonía y la simplicidad de las operaciones que debe realizar.
Si este es el sino del trabajador en la sociedad comercial, uno cree que podrían encontrarse características compensadoras entre las otras clases sociales. No es esta la opinión de Smith. De los terratenientes dice que, “como a todos los demás hombres, les gusta cosechar donde nunca sembraron” y habla de la “indolencia, que es la consecuencia natural de la comodidad y seguridad de su situación” y que con frecuencia les hace ignorantes.
A los patrones les encuentra: en todo tiempo y lugar, haciendo una especie de cábalas tácitas, pero constantes y uniformes, para no elevar los salarios por encima de su nivel actual.
Comportamiento que muy bien puede violar lo que Smith considera necesario para la equidad, es decir, que aquellos que alimentan, visten, y dan alojamiento a toda la población, deberían participar en el producto de su propio trabajo, de forma que pudieran a su vez alimentarse, vestirse y albergarse en forma tolerable. En cuanto a los comerciantes y patronos industriales, Smith dice que se quejan mucho de las consecuencias desfavorables de la elevación de los salarios, pero omiten comentar sobre las consecuencias de sus exageradas ganancias.
Smith opina que el interés de los traficantes en cualquier rama del comercio o de la industria es siempre opuesto al interés del público, ya que consiste siempre en ampliar el mercado y reducir la competencia. Smith habla de “la mezquindad de los prejuicios mercantilistas”, de “la mezquina rapacidad y el espíritu monopolizador de los comerciantes e industriales”. Para Smith la sociedad comercial está llena de brechas y conflictos que amenazan los “sagrados derechos de la propiedad privada”
Los pasajes de este tipo muestran una brecha en la postura de Smith, que por una parte defiende la sociedad comercial con su libertad natural y por otra, critica esa misma sociedad con la misma acritud que Marx o Veblen.
El trabajo de Smith es una mezcla única de racionalismo y empirismo, de deducción y de inducción. Su racionalismo le permite construir un gran sistema de pensamiento sobre la base de unos pocos principios fundamentales; su empirismo le hace ser realista y le proporciona el don de la persuasión, al complementar cada idea general con cantidad de ejemplos adecuados y convincentes. El empirismo de Smith le permitió ver al gobierno como responsable de que se perturbe la complaciente idea del universo ordenado que caracteriza su ética y las notas discordantes que turban la armonía de su economía.
Si Smith encontraba el mundo de la economía tan lleno de imperfecciones ¿por qué apoyó, a pesar de todo, la idea de una sociedad comercial con una fortaleza intelectual nunca igualada? La clave de sus intenciones puede quizá encontrarse en ciertos pasajes de los Discursos de David Hume, en los que se subrayan los efectos civilizadores del comercio. Smith se refiere a estos pasajes de esta forma: El comercio y la fabricación de manufacturas han ido introduciendo gradualmente el orden y el buen gobierno y, con éstos, la libertad y la seguridad de los individuos entre los habitantes de un país.

LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA
Smith fue hijo de la era de la Ilustración y se opuso vigorosamente al antiguo régimen. En su pensamiento, el comercio y la industria surgen como los instrumentos indispensables para el cambio. La interpretación de Smith acerca de este cambio histórico es el siguiente: En tanto los señores feudales no encontraron nada que comprar con aquella parte de sus productos que excedía a sus limitadas necesidades, emplearon el excedente en mantener a sus dependientes. En esto basaban su poder, y era la base sobre la que administraban justicia y mantenían fuerzas militares en la región. El poder de los señores feudales se comenzó a desmoronar con la aparición del comercio y la manufactura, al convertirse en compradores de productos que podían comprar con sus excedentes y consumirlos ellos mismos, sin compartirlos con sus dependientes. Al dejar de mantener a éstos, perdieron poder y autoridad sobre ellos. Así los señores vinieron a mantener, aunque indirectamente ahora, a los mismos que antes dependían de él.
Es posible que Smith considerara que la influencia civilizadora de la sociedad comercial, la que trajo la liberación respecto a las dependencias feudales, fuera lo suficientemente importante como para hacerle aceptar sus inconvenientes en vista de lo que él consideraba un bien mayor: la libertad política y la independencia. La conclusión de este razonamiento es que la libertad política no puede florecer sin libertad económica.

SMITH Y LOS FISIÓCRATAS.
Smith mantuvo estrecho contacto con los fisiócratas, pero su pensamiento marca un agudo contraste con el de ellos. Smith apoyaba el laissez faire porque para él era un compañero indispensable de la libertad política. La intención de los fisiócratas era diferente: proclamaban el laissez faire como medio de perpetuar el antiguo régimen absolutista. Más aún, la idea del laissez faire de los fisiócratas era modificada por el bon prix para los productos agrícolas. Smith nunca compartió los puntos de vista acerca de la conveniencia de los precios altos para los productos agrícolas, la productividad única de la agricultura, o un impuesto único. Dupont, el primer historiador del pensamiento económico, insistía en que todo lo sólido en la “Riqueza de las Naciones” era derivado de los fisiócratas, mientras que todo lo añadido por Smith era defectuoso. Hay buen número de pasajes en la obra de Smith que indican la influencia fisiócrata, pero puede considerarse que la idea básica del laissez faire es propiedad intelectual de Smith, aunque Quesnay y Smith la concibieran de manera simultánea.

LA INFLUENCIA DE ROUSSEAU.
Smith, como cualquier pensador de su época no escapó de la influencia de Rousseau, con quien mantuvo amplia correspondencia. La influencia de Rousseau es especialmente notable cuando Smith identifica los efectos perniciosos de la división del trabajo. El pensador francés creía que los hombres dejaron de vivir una vida libre en el momento en que empezaron a necesitar la ayuda de los demás por parecerles ventajoso poseer provisiones para dos personas. Aparece aquí la idea de alienación desarrollada por Hegel y Marx. En la versión de Smith el hombre se deshumaniza por la división del trabajo y para precaverse de los efectos nocivos cree indispensable que el gobierno patrocine la educación. Esta excepción a la teoría del laissez faire llegó a ser sumamente influyente en la historia de la educación.

SMITH Y LA TRADICIÓN INGLESA
Si lo que contara fueran más las palabras que la esencia del pensamiento, podríamos encontrar precedentes a la idea del laissez faire de Smith. Existen referencias en los escritos de Child (acerca de la libertad y la propiedad), Petty (el mundo se resiste a ser mal gobernado), Davenant (el comercio es libre por naturaleza). Pero si exceptuamos a North cuyo escrito no alcanzó a un público numeroso hasta el siglo XIX, todas estas frases fueron dichas de forma no sistemática, para apuntalar una posición política determinada pero no para construir un plan de acción general.

LA ECONOMÍA POLÍTICA CLÁSICA
En “La Riqueza de las Naciones” el principio del laissez faire se convierte en la piedra angular de todo un sistema de pensamiento. El principio del laissez faire, la competencia, y la teoría del valor trabajo son aspectos destacados de la enseñanza de la escuela clásica de economía, formada esencialmente por Smith, Malthus, Ricardo y Mill. Esta escuela, la segunda en la historia del pensamiento económico, fue líder durante los cien años que siguieron a la publicación de la obra de Smith en 1776. No todos los economistas clásicos siguieron en detalle los patrones establecidos por Adam Smith. A medida que la ley natural, los derechos naturales, y el orden newtoniano de la naturaleza dieron lugar a otras percepciones, algunos escritores pusieron mayor énfasis en el principio de la utilidad como el fundamento del laissez faire.
Durante el siglo XIX la escuela clásica enfrentó tres desafíos, el primero de la escuela histórica, el segundo de los Socialistas, y el tercero por parte de los economistas de la utilidad marginal hacia 1870. Aunque sobrevivió a los ataques de los economistas históricos y los socialistas, la tercera corriente destrozó la teoría del valor.
En el siglo XX, El desafió de Keynes hacia el laissez faire puso en duda los cimientos mismos de la economía clásica. Pero lo que le parecía anticuado a Keynes era terriblemente revolucionario dos siglos atrás. Lo propuesto por los clásicos marca un agudo contraste con tendencias anteriores en el pensamiento económico. Los medievalistas se inclinaron a confiar en la caridad como medio de solución para el problema económico. Los mercantilistas exaltaron la búsqueda de la ganancia nacional y vieron en ella el indicio para el poder y la abundancia. Los fisiócratas por su parte hicieron de la reconstrucción de la agricultura el instrumento para derrotar la escasez y la pobreza. Los clásicos encuentran fallos en todas estas posturas. Los medievalistas pedían las buenas obras; los reformadores la fe. En su lugar Smith trae la demanda del laissez faire, un sistema de libertad natural, como el mejor medio para producir la riqueza de las naciones. En tal sistema el individuo puede perseguir su propio interés, pero, independientemente de sus intenciones, hay un orden providencial que tenderá a convertir la búsqueda del interés privado en un instrumento que sirva a los intereses de la sociedad.

La Riqueza de las Naciones de Smith está dividida en cinco libros, que discuten, en este orden, la producción y la distribución con referencia al trabajo, el capital, el desarrollo económico, la historia de la economía, y las finanzas públicas. Los dos primeros libros destacan como los más importantes en asuntos tales como la división del trabajo, y las teorías del valor, el precio, los salarios, utilidades, e intereses.
Respecto al fin de las actividades económicas, cree que el único propósito de la producción es el consumo y de ahí se sigue que sólo deba atenderse el interés del productor si es para promover el del consumidor. A pesar de eso Smith no desarrolla una teoría completa del consumo y se centra principalmente en la producción. Con el advenimiento de la revolución industrial y el consiguiente aumento de la producción aparece el problema de la distribución que es central en el pensamiento de Ricardo.
El énfasis que Smith pone sobre el consumo le separa tanto de la economía medieval –orientada al consumo aunque no desarrollase una doctrina de la producción– como de los mercantilistas preocupados con el comercio exterior y la acumulación de metales preciosos.
La diferencia entre Smith y los mercantilistas se destacan en las observaciones que abren el gran tratado de Smith en el que señala como criterio para el bienestar económico el ingreso per cápita nacional en lugar de la renta nacional o riqueza nacional.
Los conceptos macroeconómicos del tipo de la renta nacional no nacieron con la revolución keynesiana sino que formaban ya parte de la economía clásica. Se pusieron en primer plano con la economía de la distribución de Ricardo y quedaron eclipsados por la tendencia individualizante de la economía de la utilidad marginal. Los clásicos recogieron, a su vez, estos conceptos macroeconómicos de las aportaciones de Petty, Davenant y los fisiócratas.

LA DIVISIÓN DEL TRABAJO
Smith considera que la renta nacional per cápita nacional está determinada por dos factores, la productividad del trabajo y la proporción en la que el trabajo productivo se encuentra respecto del no productivo. Parece que la idea de que existe un trabajo no productivo proviene de los fisiócratas y Smith incluye en esta categoría de trabajo todo lo relacionado con los servicios. Respecto a la productividad del trabajo Smith considera principalmente su relación con la división del trabajo, que surge como la condición económica más importante para obtener incrementos en la productividad. Presenta así su famoso ejemplo de la producción de alfileres y la subdivisión de las tareas correspondientes.
Smith asigna los efectos favorables de la división del trabajo a tres circunstancias: el incremento resultante en la habilidad y destreza del obrero, el ahorro de tiempo que de otra manera se perdería al cambiar de un tipo de tarea a otra, y la invención de la maquinaria que facilita la labor y que Smith considera es fruto de la inventiva de trabajadores que se han especializado en un estrecho tipo de operaciones.
Pero el punto de vista de Smith es más amplio de lo que indica el ejemplo de los alfileres. Tiene puesta su mente en la especialización no sólo por habilidades, sino también por ocupaciones, funciones, empresas, e industrias, y en un contexto del trabajo se referirá también a lo que podría llamarse la división territorial del trabajo, la base para el comercio Interregional e internacional.
Smith cree que la división del trabajo no surgió de la previsión humana, sino que fue la gradual consecuencia de la propensión humana a trocar, permutar, y cambiar una cosa por otra. Las diferencias entre las habilidades de cada hombre no son, a menudo, la causa sino el efecto de la división del trabajo. Este punto de vista era conforme con el pensamiento de la época que atribuía las diferencias humanas más a la educación que a la naturaleza.
A diferencia de la República de Platón, la división del trabajo de Smith no se deriva de la desigualdad entre los hombres. Por tanto no sirve como principio para la estratificación de la sociedad en tres clases como en la obra de Platón. En lugar de ello requiere de movilidad económica y la libertad de entrar a puestos de trabajo no cerrados a nadie por incapacidades originales.
Smith cierra su discusión sobre la división del trabajo enunciando el gran principio “que la división del trabajo está limitada por la extensión del mercado.” Sólo expandiendo los mercados pueden realizarse en su totalidad los beneficios integrales de la división del trabajo. Esa es la razón por la que subyace tras los acuerdos de integración económica.

TRABAJO PRODUCTIVO E IMPRODUCTIVO
Aunque pocos encuentran fallos en la exposición de Smith respecto a la división del trabajo, su segundo factor determinante del ingreso per cápita nacional, esto es, la proporción en la que el trabajo productivo se encuentra respecto del no productivo, ha sido objeto de controversias después de la publicación de la obra de Smith. Entre quienes apoyaron esta distinción se encuentran Malthus, Mill, y Marx. Ricardo no se compromete; y Say y Senior lo cuestionan. Marx hizo de la distinción de ambos tipos de trabajo un precepto de la economía socialista. En el extremo opuesto, la idea de que el trabajo del gobierno es improductivo ha inspirado lo que Keynes llama el criterio del tesoro por el que los impuestos se hacen improductivos en cuanto pasan a las manos de los empleados públicos.
Con la atención prestada hoy día a los problemas del desarrollo económico ha habido un revivir del interés en la distinción de Smith, y algunos estudiosos del desarrollo económico la contemplan hoy más favorablemente que antes. Básicamente la idea de Smith es restringir el concepto de producción a los bienes materiales, que presumiblemente tienen mayor duración que los servicios. Las personas cuyo trabajo considera Smith como no productivo, son mantenidos por los ingresos de otros, y dejan de reproducir ingresos, mientras que el trabajo productivo añade el valor que le es debido al sujeto que lo produce y reproduce así su ingreso. Aparentemente Smith rechaza la idea de que alguien pueda hacerse rico empleando a personas que presten sus servicios a otras.
Aunque el trabajo improductivo obtiene un ingreso debido a la remuneración de los pagos hechos por otros, en el punto de vista de Smith, no produce ingresos en términos de producción. El trabajo productivo, por el contrario, mantiene a quienes lo han producido, a los trabajadores improductivos y a los ociosos.

LA TEORÍA DEL VALOR TRABAJO.
Al progresar la división del trabajo, sólo unas pocas necesidades de la persona son satisfechas directamente por su propio trabajo. En lugar de ello, la mayor parte de sus necesidades es cubierta por el intercambio. Pero puesto que lo producido por un individuo puede no satisfacer las necesidades de otro, la sociedad comercial requiere del dinero, una mercancía aceptada a cambio de los producido por sus respectivos trabajos. Smith entra luego a discutir “el valor relativo o valor de intercambio de los bienes.” Menciona tanto el valor de uso como el valor en cambio, pero después de referirse a lo que hoy se conoce como la paradoja del valor un bien puede tener un alto valor en cambio y bajo valor de uso, y viceversa: el agua y los diamantes. El valor de uso desaparece de las discusiones de Smith quien se vuelve entonces al valor en cambio. Desarrolla así la teoría del valor trabajo:
El valor en cambio de un bien está determinado por la cantidad de trabajo que, a cambio de dicha cosa, se puede demandar en el mercado. Junto a esta teoría del valor en términos del trabajo demandado aparece una teoría del “coste real”, es decir, una teoría del valor en términos del esfuerzo de trabajo, de la que parece derivarse la primera teoría. Las cosas tienen el valor del trabajo que se puede exigir en el cambio, porque el propietario, al cambiarlas, puede evitar el esfuerzo de trabajar él mismo para producir lo que obtiene en el cambio. Y continúa Smith: El trabajo fue el primer precio, el dinero original para las compras, lo que se pagaba por todas las cosas,
El valor, “real” o “natural”, de todos los bienes intercambiables se mide en términos de la cantidad de trabajo demandada. El trabajo, sin embargo, no es una cantidad homogénea, puesto que distintos tipos de trabajo están ligados a condiciones distintas de riesgo o ingeniosidad. Ante la imposibilidad de crear una equivalencia exacta, se obtiene una relación aproximada mediante los regateos y tratos del mercado, con los que se consigue equivalencia aproximada, suficiente para llevar a cabo los negocios de la vida común. De esta manera, los precios del mercado se explican en función del trabajo exigido y éste en función de los precios del mercado. Este razonamiento ha sido calificado por los críticos de Smith como un círculo vicioso.
La intervención del dinero evita el cálculo del valor de las cosas con base en el trabajo. Si se considera sólo el trabajo realizado, las cantidades iguales de trabajo tendrán siempre el mismo valor o valor real; pero como el valor del dinero sufre variaciones, lo mismo ocurrirá al “precio nominal” del trabajo y de las mercancías, cuando se considere su valor en función del dinero. Así pues, tanto el trabajo como las mercancías tienen un precio nominal y un precio real.
Conforme progresa la sociedad van surgiendo nuevas complicaciones y Smith reconoce que el trabajo deja de ser entonces el único factor determinante del valor y que el precio de un artículo producido con la ayuda del trabajo, la tierra, y el capital, incluye no sólo la retribución del trabajo, sino también un rendimiento sobre el capital y la tierra.
Pero una vez que ha empezado a utilizarse el capital en el proceso productivo y que la tierra se ha convertido en propiedad privada, los precios de las cosas se convierten en salarios, beneficios y rentas. Con esto la teoría de Smith del valor trabajo se convierte en una teoría del costo de producción. En esto hay buen grado de ambivalencia. A veces aparecen la tierra y el capital como factores de la producción coordinados con el trabajo. Otras contemplan los rendimientos de la tierra y el capital como deducciones al producto del trabajo, pensamiento que adquirirá plena fuerza en el sistema de Marx.

EL PRECIO NATURAL
Smith habla de una tasa natural para los salarios, los beneficios y las rentas, del precio natural de las mercancías y de sus precios de mercado. La tasa natural, conocida también como tipo ordinario o tipo medio, está controlado por las fuerzas sociales. El precio natural de una mercancía es el que cubre los tipos naturales de los salarios, beneficios y rentas. El precio de mercado, o sea el precio que alcanzan las cosas en el mercado, puede desviarse del precio natural. El precio de mercado está controlado por la cantidad ofrecida y por la demanda efectiva de aquellos que quieren pagar el precio natural. Si la demanda efectiva es mayor que la cantidad suministrada, el precio de mercado se elevará por encima del precio natural; en caso contrario bajará por debajo de él. Cuando el precio de mercado exceda al precio natural, el incremento consiguiente en el factor pagos atraerá al factor oferta, aumentándose la cantidad de producto suministrado y los precios bajarán de nuevo a sus niveles naturales.
Así, el precio natural se convierte en “el precio central hacia el que gravitan continuamente los precios de todas las mercancías. Se producirán fluctuaciones en aquellos trabajos en los que la oferta no se ajusta por sí misma y con facilidad a la demanda, como ocurre en la agricultura, donde el precio de mercado cambia no sólo con las infrecuentes variaciones de la demanda sino también con las más regulares variaciones de la cantidad suministrada. Por otra parte, las fuerzas monopolísticas, las fricciones y la falta de información pueden hacer que se mantengan los precios de mercado por encima del natural durante largos periodos de tiempo.

TEORÍA SOBRE LOS SALARIOS
El hecho de que el precio natural pueda estar relacionado con el nivel de producción no es considerado por Smith. Las suposiciones implícitas en este argumento son costes constantes y coeficientes de producción fijos. En su teoría no hay lugar para los rendimientos decrecientes o la substitución de factores. En su lugar el precio natural está relacionado funcionalmente con los factores de la producción. Como Smith señala, el precio natural varía con la tasa natural de cada uno de sus componentes, esto es, salarios, beneficios y renta. El salario natural para el trabajo, de acuerdo a Smith, consiste en el producto del trabajo, el cual, antes de la posesión de la tierra y la acumulación del capital, pertenecía por entero al trabajador. Con la aparición de la clase de terratenientes y de los patrones capitalistas, tiene que compartir su producto con el terrateniente y el patrón. Es probable que tanto los obreros como los patrones formen asociaciones para elevar o reducir los salarios. Usualmente tendrán más éxito los patrones, pero las necesidades del obrero y su familia para subsistir forman un suelo por debajo del cual no pueden caer los salarios por un lapso prolongado.
Una demanda creciente de mano de obra puede elevar los salarios por encima del nivel de subsistencia, considerado por Smith como “el mínimo adecuado para la humanidad en conjunto.” Sin embargo, la demanda de mano de obra puede sólo incrementarse en proporción al incremento en “los fondos destinados al pago de salarios.” Así aparece el fondo salarial, compuesto por el sobrante de la renta y del capital, es decir, por lo que excede a las necesidades personales del propietario y a lo que necesita para su negocio. Unos ingresos y un capital crecientes son los requisitos previos para que haya incrementos salariales.
Los salarios bajos son un síntoma de condiciones económicas estacionarias, bajo las cuales el fondo salarial, aún siendo grande, no aumenta, dejando de estimular la demanda de más mano de obra.
Un salario alto es el efecto de una riqueza creciente y la causa del crecimiento de la población. Según Smith, los altos salarios son relativos a las mejoras en la productividad de la mano de obra. Aunque Smith está a favor de salarios altos, no lo está con los precios altos. A diferencia de los Fisiócratas, asocia los bajos precios en los alimentos con la abundancia y la prosperidad, los precios altos con la escasez y la inestabilidad. Cuando las provisiones son baratas y abundantes, los obreros pueden desear negocios por sí mismos y los patrones emplear más trabajadores; al elevarse la demanda de mano de obra y reducirse la oferta, es probable que suba el precio de la mano de obra.
Las fluctuaciones del precio de las provisiones tienen dos consecuencias sobre los salarios que se contrarrestan entre sí: afectan a la demanda de trabajo –y por ello al salario– en una dirección, pero el descenso en el consumo, como consecuencia de esos mismos precios altos tira en la dirección opuesta.

EL INTERÉS Y LOS BENEFICIOS
Mientras que un incremento en la acumulación de capital tiende a aumentar la demanda de mano de obra y consecuentemente el nivel de los salarios, tendrá un efecto depresivo sobre la tasa de beneficio. Según se va acumulando capital, la competencia entre los capitalistas para encontrar inversiones lucrativas se hace más pronunciada y el capital se ve desplazado hacia empleos de una rentabilidad decreciente. En cambio, el interés, “la compensación que el deudor paga al acreedor, por los beneficios que tiene la oportunidad de conseguir mediante el uso del dinero”, tenderá a variar con la utilidad.
Smith desarrolla el principio de las ventajas iguales, en relación con los salarios y los beneficios, de acuerdo al cual, bajo condiciones de perfecta movilidad, las ventajas y desventajas de distintos tipos de trabajo tenderán a igualarse. Lo mismo ocurrirá con los diferentes usos del capital. Las diferencias en los salarios, por ejemplo, serán compensadas por diferencias en otras ventajas o inconvenientes, tales como la amenidad del trabajo, el esfuerzo para aprenderlo, la seguridad en el empleo, o la posibilidad de recibir recompensas extraordinarias. El principio se aplica, sin embargo, sólo al empleo principal de una persona. Si los individuos acumulan dos o más empleos, el empleo extra recibirá una retribución menor de la obtenida mediante la igualación de las ventajas totales. Como regla general, Smith considera que el pluriempleo se encontrará con más frecuencia en los países pobres que en los ricos.

LA RENTA
Para Smith el precio de la renta, “es naturalmente un precio de monopolio, ya que su importe no es en manera alguna proporcional a lo que el propietario ha gastado para mejorar la tierra, sino a lo que al campesino le es posible pagar. Cuando discute los precios de las mercancías, incluye la renta de la tierra como uno de los elementos del coste y, en consecuencia, determinante de los precio del producto de la misma. Sin embargo, en el capítulo destinado específicamente a la renta, considera que una renta alta o baja es el efecto de un precio alto o bajo del producto de la tierra. Smith no parece haber apreciado contradicción alguna en estos pasajes, pues de lo contrario los hubiera modificado tras la crítica recibida de Hume. Es posible que estuviera pensando en argumentos microeconómicos en uno de los pasajes y macroeconómicos en el otro.
La renta, por otra parte, se interpreta como diferencial puesto que varía de acuerdo a las condiciones de fertilidad y localización. Respecto a esta última, las mejoras en los sistemas de transporte tenderán a igualar las diferencias de localidad así como las rentas.
En su teoría del desarrollo económico, Smith asocia el aumento de la renta nacional con una mayor participación en la misma de los ingresos obtenidos por la clase terrateniente.
Como consecuencia de la división del trabajo, la creciente especialización dará lugar un aumento de productividad en el sector manufacturero de la economía que hará que bajen los precios de las manufacturas y se eleve el valor real de las rentas. Según esto, la creciente participación de los terratenientes en la renta nacional refleja las mejoras habidas en términos comerciales en el sector agrícola, cuya productividad aumenta de forma más vacilante que la de la industria. Ricardo creía que el factor determinante no era tanto el aumento de la productividad industrial como los rendimientos decrecientes de la tierra que elevan los precios agrícolas y hacen que mejoren los términos comerciales del sector.

EL CAPITAL
El capital es una exigencia de la economía de intercambio con su división del trabajo. En esta economía una persona no consume los productos de su propia industria sino que compra los productos de otros con el precio contribuido por su propio producto.
La división del trabajo no puede ocurrir sin una acumulación previa de capital y, conforme se va poniendo en práctica aquella, se va necesitando más capital para utilizar la mano de obra, la cual crece en cantidad y productividad pudiendo manejar mayores cantidades de materiales. A veces Smith se refiere al capital como una aglomeración de cosas, otras como un fondo de inversión, y, mezclado con estos conceptos la idea, derivada de los fisiócratas, de que el capital consiste en “anticipos” hechos por el patrón para el mantenimiento de su fuerza de trabajo. El capital es el resultado de un acto de ahorro precedente, de abstenerse de consumir el producto del ingreso. El trabajo proporciona los objetos que la frugalidad acumula. Smith, al igual que Turgot, cree que la porción del ingresos que se ahorra es de inmediato utilizada como capital (Ahorro = Inversión). Esta fue la doctrina preponderante durante 150 años, que fue el tiempo que tardaron en aparecer las ideas que cuestionaban el carácter invariablemente beneficioso del ahorro.
Smith, para quien el dinero es sobre todo un medio de cambio, da escasa importancia a la posibilidad de atesorar dinero, ya que los hombres siempre están deseando cambiarlo por mercancías. En contraste con los mercantilistas, no ve un problema en la inadecuada oferta de dinero, porque al igual que el resto de los clásicos vivió en una época en que la introducción del papel moneda había aquietado las causas de la preocupación por este motivo.

COMERCIO EXTERIOR Y COMERCIO INTERIOR.
A diferencia de los mercantilistas Smith considera que el comercio interior es más productivo que el exterior, puesto que el capital utilizado en el comercio interior, de manera general, alentará una mayor cantidad de trabajo productivo en el país y elevará el ingreso nacional interno más de lo que lo haría cualquier inversión igual en comercio exterior. Sin embargo, considera que el comercio exterior cumple una importante función porque abre un mercado para los excedentes de productos en el mercado doméstico y proporciona oportunidades para el empleo de capital acumulado por encima de las necesidades de la economía doméstica. Una vez que las condiciones económicas estén a favor de la exportación, ésta se producirá sin necesidad de que el gobierno intervenga para favorecerla. Tampoco debe el gobierno interferir con las importaciones, tratando de preservar el comercio interior para los productores domésticos. Reglamentaciones de este orden reducirán el ingreso nacional por debajo del que produciría un comercio libre.
Las regulaciones que trastornen este orden reducirán la renta nacional por debajo del valor que tendría si el comercio fuera libre. Rechaza el argumento de la protección a la industria naciente, pero apoya el de la defensa de la industria frente a la opulencia. Concede que, a veces, los aranceles pueden ser usados como represalia y opina que cuando llegue el momento de eliminarlos, debe hacerse paulatinamente para evitar la ruina de quienes hubieran invertido en conocimientos y en capital.

LAS TAREAS DEL GOBIERNO
Smith nunca desarrolló una teoría integral sobre el gobierno más allá del principio general del laissez faire. Pero en su obra asigna al gobierno una cierta cantidad de tareas. Se opone a las restricciones gubernamentales al libre comercio. Mantiene explícitamente las tres funciones generales del gobierno que son proporcionar protección, administrar justicia, y realizar ciertas obras públicas. Respalda específicamente la regulación de los bancos emisores, las empresas públicas de transporte, las patentes y los derechos de propiedad, las leyes sobre la usura, la educación pública e incluso la concesión de monopolios temporales para explorar nuevos negocios en regiones remotas. Su criterio para determinar si una empresa gubernamental es o no beneficiosa se basa en su capacidad para dar beneficios.

LOS CÁNONES DE TRIBUTACIÓN
Entre las aportaciones de Smith a las finanzas públicas, la más conocida es su enumeración de los cuatro cánones de la tributación. Los impuestos, afirma, deben ser iguales, ciertos, convenientes, y económicos. Por igualdad entiende una tributación acorde con el principio de la capacidad de pago, la cual mide por el ingreso de la persona. Smith era consciente de que un impuesto determinado podía adaptarse a cada uno de los cuatro cánones en un grado diferente y toleraba cierta desigualdad siempre que no creara incertidumbre, para evitar perjuicios al contribuyente y corrupción entre los recaudadores. Esta aproximación arroja luz sobre una perspectiva más general: los objetivos en política económica son normalmente variados y no siempre perfectamente compatibles.

LA INFLUENCIA DEL PENSAMIENTO DE SMITH
El libro de Smith obtuvo un éxito inmediato y sus efectos se hicieron sentir durante muchas generaciones. A pesar de ser profundo y penetrante el impacto de “La Riqueza de las Naciones” tardó en surtir efecto ya que, trece años después de su publicación estalló la revolución francesa y muchos ingleses descubrieron en el libro de Smith ideas afines con quienes habían encendido el fuego de la revolución francesa. El campo de la economía política cayó bajo la sospecha de albergar pensamientos peligrosos, hostiles a la preservación del antiguo orden. En Francia, el pensamiento de Smith entró en resonancia con el de alguno de los filósofos liberales como Condorcet, gran defensor de la libertad del individuo, cuyas ideas acerca del progreso ilimitado de la humanidad suscitaron la oposición de Malthus.
Durante la revolución francesa se hicieron varios intentos por establecer la economía política como disciplina académica. Estos intentos no pudieron concretarse durante el intervalo del régimen napoleónico, pero sí tras su caída en 1815.

JEAN BAPTISTE SAY
Say fue el primero en enseñar la nueva disciplina de la economía política en las instituciones francesas. Fue hombre de negocios, periodista y empresario de la recién mecanizada industria francesa de tejidos de algodón. Con 21 años leyó “La Riqueza de las Naciones” y 15 años más tarde escribió su Tratado de economía política, una obra en dos volúmenes que le convirtió en el principal apóstol de Smith. Y no sólo eso, consiguió exponer las ideas del maestro de una forma ordenada y coherente especialmente adecuada para fines pedagógicos. Say ideó un modelo en el que las diferentes partes de la nueva ciencia quedaron ordenadas según una disposición que ha llegado hasta nuestros días: producción, distribución y consumo, a las que posteriormente se añadió la circulación o cambio.
La obra de Say refleja dos hechos importantes acerca del autor: que había nacido 50 años después que Smith y que tenía un conocimiento profundo del mundo de los negocios, incluyendo la parte de la producción. Era consciente de que vivía en una nueva era. “Todo el saber tiene un origen reciente... en los últimos cien años, los avances científicos y el progreso tecnológico han hecho aumentar de forma muy notable la productividad.” Como Say estaba más impresionado que los fisiócratas por el avance tecnológico, la distribución de los frutos de este progreso era para él un problema de la mayor importancia. Creía que la solución estaba en los precios bajos, que con el paso del tiempo deberían tender a cero desapareciendo así el problema económico y la economía política como ciencia. Esta hipótesis se convirtió en predicción por boca de Keynes y Galbraith
En un pasaje de su obra expone las circunstancias adversas que se derivan de la introducción de las máquinas, tanto para el empleo de los trabajadores como para los fondos de los capitalistas. Propone la construcción de obras públicas de interés a expensas del erario público.Say estaba de acuerdo con Smith y en contra de los fisiócratas al afirmar que un país es más rico y opulento cuanto más bajos son sus precios.
Say no está de acuerdo con Smith en atribuir sólo al trabajo la capacidad de producir valor. Para él, lo que produce valor es la laboriosidad humana, junto con la naturaleza y el capital, introduciendo así la división tradicional de factores productivos en trabajo, tierra y capital. Su idea sobre el valor destaca la importancia de la utilidad aunque sin llegar a desarrollar una teoría plenamente madura, basada en este elemento subjetivo. La utilidad la crean no sólo quienes producen bienes tangibles sino también quienes se dedican al comercio o el transporte. Su experiencia personal desarrollada en la época en que aparece el capitalismo industrial le hace redescubrir la figura del empresario a quien describe como la persona que toma sobre sí la responsabilidad inmediata, el riesgo y la dirección de una empresa de trabajo ya sea con capital propio o prestado.
La retribución del empresario debe estar conceptualmente separada de su retribución como capitalista. La remuneración del empresario está determinada por la escasez de talento empresarial, por el riesgo corrido no sólo en lo concerniente a la pérdida de fortuna sino también a la pérdida de fama.

La ley de Say
Say es conocido como el autor que desarrolló la ley de los mercados, ley que ha tenido hasta nuestros días un lugar preponderante en la discusión de la teoría económica. Para este autor “la misma producción es la que abre la demanda para los productos”. Dicho de otra forma: “un producto terminado ofrece, desde ese mismo instante, un mercado a otros productos por todo su valor”. Basándose en esta proposición se ha interpretado que Say negaba la posibilidad de un exceso de producción general. Los pensamientos de Say fueron mantenidos por Ricardo y sus seguidores pero recibieron el ataque de Malthus, Sismondi y otros.
El significado de la ley de Say ha sido objeto de controversia y, en mayor medida, desde que Keynes la convirtiera en el blanco de sus ataques contra los clásicos. Quienes atacan la ley de Say la interpretan como una identidad tautológica en el sentido de que “la demanda total de mercancías es siempre igual a la oferta de las mismas”. Las implicaciones de esta identidad se contemplan a la luz de cuatro argumentos:
El argumento del trueque. La ley de Say es coherente sin reservas en un sistema de trueque en el que el dinero sólo se emplee como medio de cálculo. Sólo así es posible afirmar que la compra de un artículo conlleva la venta de otro.
El argumento de la constancia de los saldos en efectivo. La ley es válida en este supuesto pero no cuando alguien desea tener más mercancías a costa de una parte de su efectivo, o aumentar éste desprendiéndose de algunos bienes.
El argumento de la igualdad del ahorro y la inversión. No constituye un problema en el sistema de Say puesto que nadie desea atesorar dinero y los ahorros se transforman inmediatamente en inversiones.
El argumento de la ausencia de ilusión monetaria. Puesto que en la economía de Say los precios y las mercancías no están en una situación de sustitución directa, los precios relativos de las mercancías no se verán afectados por las variaciones en la cantidad de dinero. Esta inmutación de los precios relativos frente a los cambios del nivel de precios se conoce como ausencia de “ilusión monetaria”. Esto supone que las funciones de demanda de las mercancías son homogéneas de grado cero respecto a los precios monetarios,
El argumento de la indeterminación. Pone de relieve que una economía monetaria en la que se mantenga la ley de Say dejará de tener sus precios determinados por las fuerzas del mercado. Según el efecto del saldo real, la gente, frente a las variaciones en el nivel de precios, querrá mantener constante el valor real de sus saldos en efectivo. Los cambios en el nivel de precios inducirán a las personas a cambiar mercancías por efectivo o viceversa, con consecuencias sobre los precios relativos de las mercancías. Si se admite el efecto del saldo real no puede mantenerse la ley de Say en su forma de identidad.
Para Say el dinero es neutro en cuanto a la variación real o relativa de los precios de las mercancías. Un producto es siempre comprado, en última instancia, con otro, incluso aunque se pague, en principio, con dinero. El dinero, incluso cuando se emplea como capital, no se desea nunca como objeto de consumo, sino simplemente como objeto de trueque.
Say matiza su afirmación de que “el ahorro no quita nada al consumo...” añadiendo “...con tal de que el ahorro vuelva a ser invertido o destinado a un uso productivo.”
Para superar los problemas que plantea la interpretación de Say como una identidad basta considerarla como una igualdad que sólo se cumple en el equilibrio o que sea indicativa de una tendencia. La dificultad de esta interpretación radica en que Say nos facilita poca información acerca de los mecanismos que propician el ajuste entre oferta y demanda. Lo único que nos da es una insinuación sobre las variaciones del tipo de interés como factor equilibrante. Los detractores de esta interpretación destacan lo incompleto de esta exposición.
Si no aceptamos ninguna de las interpretaciones anteriores (identidad o igualdad) lo que nos queda es una afirmación sobre la interdependencia entre la oferta total y la demanda total.
Say luchaba contra la restricción de la producción propia del monopolista y en este sentido su ley de los mercados presta apoyo a su argumento a favor del libre comercio. “Si una producción interior sin trabas es la mejor garantía de un mercado para el abastecimiento de todos, otro tanto ocurrirá con la producción extranjera.” Cree que lo único que se necesita para estimular el crecimiento económico de los países subdesarrollados es la “libre producción”. Si se interpreta la ley de Say como una relación de interdependencia entre la oferta y la demanda no sólo no está en conflicto con la ley de Keynes –los ingresos de una persona son los gastos de otra– sino que ambas son una misma cosa.
Como ha quedado dicho, Malthus y Sismondi atacaron la ley de Say mientras que Ricardo y sus seguidores la apoyaron. Lo cierto es que la vaguedad con que fue enunciada estimuló el pensamiento posterior y contribuyo a hacerla la parte más viva de la economía clásica, por ser la más discutida.

“Ensayo sobre el Principio de Población”, publicado en 1798. Trata de la presión de la población. Sus planteamientos fueron apoyados por Ricardo y Mill.
“Principios de Economía Política” aparecido en 1820. Trata de la falta de adecuación de la demanda global. Sólo desde 1930, cuando la demanda agregada ha sido reconocida como un problema central en la economía, se reconoció a Malthus como precursor del pensamiento moderno.
Malthus no cuestiona las bases del laissez faire de la economía de Smith pero se esfuerza en demostrar que aún bajo el laissez faire un país puede encontrar severos obstáculos para el bienestar económico, siendo uno de ellos la presión de la población.
Thomas Robert Malthus se graduó en matemáticas y tomó las órdenes de la iglesia anglicana.

viernes, 5 de diciembre de 2008

LA FISIOCRACIA

La fisiocracia fue una corriente de pensamiento económico desarrollada en Francia a lo largo del segundo y tercer tercio del siglo XVIII. Cohetanea a la ilustración y de mucha trascendencia se pude identificar como la primera escuela de pensamiento económico debido a la conciencia de grupo de sus integrantes así como la coordinación entre estos, esto les hizo ser calificados por algunos autores como "la secta fisiócrata".

¿Por qué se desarrolló en Francia? Existen varios motivos:
- En primer lugar se puede ver en la fisiocracia una reacción a la política económica del ministro de Luis XIV Colbert, que tras un periodo favorable de desarrollo pasó, debido al desgaste que produjeron las campañas militares del rey Sol, por una decadencia considerable. Los fisiócratas lo atribuyeron a un error, la primacia que dio Colbert al sector secuandario en vez de al primario.
- Se ajustaba de manera extraordianria a la estructura social francesa en la que predominaba el sector primario y eran los propietarios de la tierra, los nobles, los de más influencia y poder político en Francia.
- La revalorización que dieron los fisiócratas a la agricultura, que encajaba perfectamente con los postulados ilustrados de idealización de la naturaleza.
- La inmensa literatura que a lo largo de la Edad Moderna se desarrolló acerca de las técnicas agrícolas, las cuales dieron pie a la fisiocracia de una manera notable.

Hubo tres autores destacables, los cuales contaron, gracias a sus cargos en las monarquías, de una influencia considerable:
- F. Quesnay, médico de cabecera de la amante de Luis XV, padre de la fisiocracia escribió su famosa "Tableau Economique" en la que desarrolla una metodología de análisis económico de notable influencia.
- J. Turgot, fue un comerciante que se convirtió en ministro de Luis XV. Defendió incansablemente la libertad en el comercio del grano.
- P. Du Pont de Nemours, cumplió la labor de difusor de las teorías fisiócratas más que la desarrollas el cuerpo teórico de la misma. Tras la Revolución Francesa se exilió en la recién creada EEUU, y allí sus herederos hicieron fortuna creando la compañía Dupont.

Entre sus postulados podemos destacar:
1- Ataque frontal a los principios mercantilistas.
2- La idea clave para el desarrollo posterior de la ciencia económica de la identificación de la riqueza como el producto neto, siendo este el producto bruto menos los costes de producción. Esto chocaba frontalmente con la idea mercantilista de la riqueza estable basada en la acumulación de metales preciosos.
3- La "Tableau Economique" aportó una metodología de análisis económico de suma importancia para el posterior desarrollo de la economía. (INPUT/OUTPUT).
4- Su pensamiento tenía una proyección social, atribuyendo una mayor importancia a los propietarios de las tierras, pues eran los que producian la riqueza, mientras que el resto de los sectores sociales (artesanos, mercaderes, banqueros...) tenían un valor menor. Esto les llevó a elavorar una jerarquía:
1º- Agricultura (propietarios)
2º- Manufacturas (artesanos)
3º- Comercio y banca (mercaderes)
Consideraban que de un grano podían salir cinco, pero que de un fardo de lana no podían salir cinco, es un intercambio que no crea riqueza (a su modo de verlo).
5- En cuanto a la política fiscal existe una contradicción. En época de déficit crónico para las monarquías defendían una política de saneamiento por la que si la agricultura era la mayor productora de riqueza, esta debía estar grabada con muchos impuestos; pero los propietarios que debían pagarlos eran los nobles, y este era un estamento que por tradición estaba exento de pagar impuestos.
6- En cuanto a los precios y salarios afirmaban que el precio debía cubrir el coste de la materia prima sin tener en cuenta los costes de manutención, algo que ahora sabemos que es bastante simple y erróneo. En cuanto al salario, este debía cubrir extrictamente la subsistencia del trabajador, yendo el producto neto (esto es la riqueza) a los propietarios, que es el que pone la tierra.

Como conclusión podemos afirmar que las aportaciones más significativas de la fisiocracia son; el nacimiento de la primera escuela de pensamiento económico; la noción, importantísima para la economía, de producto neto como riqueza; y un orden de metodológico descrito en la "Tableau Economique".

HOLANDA EN EL MERCANTILISMO

Holanda simepre se había destacado por su gran densidad de población para el reducido tamaño de su territorio a diferencia del resto de los reinos que le rodeaban. Esto llevó a Holanda a encaminar su economía hacia sectores muy concretos que lo convierten en un caso muy especial.

1- Por una parte tenemos, debido a su reducido tamaño y la imposibilidad, pues, de tener una producción agragria destacable coo para alimentar a su población y no digamos para comerciar con excedentes, un afán considerable por el comercio. Tradicionalmente había sido un país muy proteccionista, pero con los años surgieron teorías que defendían la libertad de comercio. Véase H. Grocio, jurista, historiador y politólogo que en 1609 escribe "Mare liberum"en el que defendía la libertad para comerciar libremente por el mar sin estar sujetos a restricciones proteccionistas. La publicación de este libro coincide con la Tregua de los Doce Años (1609 - 1621), por lo que es lógico que defendiese la libertad de comercio de las recién creadas Provincias Unidas en relación con las Indias Orientales y con la pesca inglesa. Es una obra ante todo jurídica, no intenta describir un funcionamiento económico.
2- Destaca en Holanda la presencia de prácticas bursátiles. Joseph de la Vega, judío de origen español, las describe en 1668 en "Confusión de confusiones" pero por lo contrario a lo que pueda parecer, pues su objetivo no es otro que denunciar la usura que en la bolsa de Amsterdam se practicaba.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

El mercantilismo

Llamamos mercantilismo al conjunto de escritos económicos y a la propia práctica económica dada en Europa desde mediados del XVI a mediados del XVII. En pleno proceso de evolución hacia el absolutismo se desarrolló un sistema económico capaz de afianzar a las monarquías en su poder central. Se promulgó una legislación reguladora de la economía con dos fines principales:

  • Aumentar los ingresos, tanto fiscales como no fiscales (regalías principalmente), que llegaban a las monarquías. Esto es debido al aumento del gasto militar y suntuario. El gasto militar aumentó básicamente por las innovaciones técnicas y por el cese de la aportación de tropas por parte de la nobleza, característico de la etapa feudal. Para algunos autores como Geoffrey Parker, fue la guerra el motor del cambio hacia el absolutismo, ya que los cambios técnicos llevaron a la necesidad de más impuestos y por lo tanto una mayor centralización y control del territorio. Esta teoría ha sufrido numerosas críticas. Es cierto que ambos procesos estuvieron relacionados en varias de las monarquías europeas, pero las excepciones, como el caso de la monarquía parlamentaria británica, hacen que no se pueda aplicar un determinismo causal.

  • Fomentar la riqueza de las élites. A pesar del teórico poder absoluto de las monarquías absolutistas, seguían dependiendo económicamente de clero, nobleza o las oligarquías municipales. Las altas capas de la sociedad estaban organizadas en redes clientelares en cuya cúspide estaba el rey. Dentro del juego de intereses de la época, se establecía una especie de pacto en el que a cambio del apoyo económico de estos grupos, el monarca se encargaba de garantizar sus privilegios. Estas redes eran, por otra parte necesarios para el control territorial a nivel regional y municipal. Aparece así la contradicción de que al enriquecer a estos grupos, se fomenta indirectamente la economía de la Corona, pero también se limita su poder.

Algunas de las prácticas llevadas a cabo dentro de esta política económica son el proteccionismo (políticas arancelarias) y un cierto grado de autarquía, la limitación de la importación de manufacturas y la exportación de materias primas (y el fomento de lo contrario) o la creación de monopolios comerciales. Las características básicas de las políticas mercantilistas se pueden resumir en:

Poblacionismo. La riqueza del Estado es mayor cuanto mayor sea su población.
Bullonismo. La riqueza del Estado es mayor cuanta más cantidad de metales preciosos atesore. Las políticas bullonistas se preocupan del control de las minas.
Protección de industria y comercio. A falta de minas, es el otro método para obtener oro y plata. Además, por la competencia, la riqueza ingresada deja de ir a parar a las arcas de las monarquías rivales.
Balanza comercial favorable. Controlar que la exportación sea mayor que la importación para evitar la fuga de capitales.
Fortalecimiento del Estado. Como objetivo final y primordial.


Historiografía.


El mercantilismo no existe como doctrina homogénea. Es una aglutinación de escritos y prácticas económicas con ciertas características comunes pero sin una aplicación uniforme. Son planteamientos empíricos, soluciones a problemas prácticos concretos, pero no existe una teoría mercantilista definida como tal. Los escritores del XVI y XVII no tenían conciencia de pertenecer a una escuela.


El término fue acuñado en el XVIII por los fisiócratas y consolidado por el liberalismo, como algo peyorativo, opuesto a las prácticas económicas liberales.


Es la historiografía alemana de finales del XIX la que le da carácter de doctrina homogénea y le da un contenido definido. Se la defiende como un medio para fortalecer el Estado. Estos autores están influidos por el nacionalismo alemán, ya que la construcción del Estado alemán era reciente y la defensa del mercantilismo histórico era un forma de justificar la política económica bismarquiana, de claro tinte proteccionista.


En 1931, la obra El mercantilismo de Hecksher consolida la unidad y el carácter positivo de esta doctrina, defendiéndola de nuevo como medio de fortalecimiento del Estado. La influencia de esta obra es enorme en la historiografía posterior. De hecho algunos de los conceptos clásicos asociados al mercantilismo (como por ejemplo el bullonismo) provienen de esta obra.


Después de la segunda Guerra Mundial, aparecen sucesivas críticas, generalmente desde el mundo anglosajón (cultura económica liberal por excelencia). Diner y Coleman le critican, negando la existencia del mercantilismo como escuela. Coleman apunta además que el estudio de Heckscher solamente analiza los casos de Inglaterra y Francia, dejando de lado al resto de Europa. Define la doctrina como invención a posteriori. Hoy en día el debate sobre la existencia o no como del mercantilismo como escuela y doctrina sigue vigente.



Variantes nacionales

Castilla


Durante el XVI y XVII el mercantilismo está asociado a los arbitristas. Estos son individuos que ante un problema económico concreto, proponen una solución práctica y hacen llegar un memorial al monarca proponiendo un arbitrio. Es una pervivencia del deber feudal de consejo al monarca, esperando una merced a cambio. Es un pensamiento práctico y heterogéneo, sin una teoría definida detrás. Algunos de los más destacados son Luis Ortiz, Álvarez Osorio, Caxa de Ceruela o Sancho de Moncada. Un tema recurrente en sus escritos es la decadencia de Castilla, causada por el abandono de los sectores productivos debido a la tendencia al ennoblecimiento de la burguesía que buscaba un modo de vida rentista. Esta visión influyó mucho en la visión negativa del XVII español, aunque en la actualidad está en revisión. Tópicos como la inexistencia de industria en la Meseta, la dependencia genovesa o la excesiva presión fiscal se están desmintiendo o relativizando.

En el XVIII, aparecen los proyectistas. Aunque en la práctica muy similares a los anteriores (búsqueda de solución a un problema concreto a cambio de promoción personal), estos son más precisos, sistemáticos y están mejor formados. Fomentan el poblacionismo y la reforma de la agricultura y de la industria. Insisten en marcar distancias con los anteriores a los que critican, hecho que también ha influido en la historiografía posterior (XVII como crisis generalizada, XVIII como recuperación, versión en la que también estaban interesados los Borbones), y que también está en revisión, iniciando el cambio en el reinado de Carlos II. Algunos de los proyectistas más conocidos son Uztáriz, Ulloa, Olavide, Jovellanos, Cavarrús o Bernardo Ward.


Inglaterra


Tampoco constituye un pensamiento homogéneo ni sistemático, sino de nuevo soluciones a problemas concretos. Algunos de los temas analizados son:

  • Balanza comercial favorable (tratado por autores como Malynes, Misselden o Mun). L a solución para la falta de metales en Inglaterra era favorecer la industria y el comercio.

  • Balanza comercial favorable en términos de empleo (Cary, Child). Fomento de la exportación, aumentando el empleo y la producción. La idea de medir la riqueza en términos de producción y no ya solo en cantidad de metales preciosos, llegará a Adam Smith desde estos autores a través de los textos de Robert Chantillon.
  • Tipos de interés (Locke, Child). Necesidad de una mayor cantidad de masa monetaria para bajar el tipo de interés. Formulado en los años 60 del XVII, en un contexto pesimista (1666 incendio de Londres, centro de la economía inglesa), la escasez de dinero había llevado a la población a una cierta tesaurización, por lo que se pensaba que la abundancia metálica llevaría a una reactivación de la circulación.
  • Afán de cuantificación (Petty). En plena revolución científica, William Petty, parlamentario y metido en los círculos intelectuales de la época, escribe La aritmética política. En esta obra trata de medir la realidad en números, medidas y pesos. Este cambio de método, más objetivo y científico, supone un importante avance para el análisis económico. A este autor no se le identifica con las ideas mercantilistas, pero encaja en el mismo marco cronológico.

Francia


El pensamiento económico responde principalmente a objetivos económicos, distinguiéndose dos fases, una primera defensiva y una segunda ofensiva y expansiva.


  • Finales del XVI, principios del XVII. Laffemas y Montchrétien. Enfatizan en la búsqueda de autarquía. Esto es comprensible por el contexto con un cierto caos interno (guerras de religión) y la amenaza de externa de la monarquía hispánica, rival en estos momentos y casi rodeando territorialmente Francia.
  • Segunda mitad del XVII. Colbert. Ministro de economía de Luis XIV, propone fomentar las manufacturas para exportarlas y así atraer parte del dinero circulante por Europa. Además propone una política proteccionista con aranceles externos y la obstaculización de la exportación de materias primas y el favorecimiento de la exportación de las manufacturas. Para fomentar la producción manufacturera se les da privilegios fiscales, se interviene en los gremios y se crean las reales fábricas, grandes centros productivos, cercanos al monopolio cuyo principal representante es la fábrica de gobelinos (tapices de lujo).

lunes, 17 de noviembre de 2008

LA MONEDA.

Uno de los principales cambios que trae consigo el inico de la Edad Moderna es el uso del dinero para la mayoría de las operaciones económicas; es decir, del autoconsumo y del trueque, típicos de las economías medievales, pasamos a la consolidación de una economía monetaria y a la consiguiente transformación de las estructuras económicas.

El descubrimiento de América que propicia un aumento de masa monetaria amén de la velocidad de circualción del dinero coadyuvaron a la consolidación del proceso. No obstante, la moneda en la Edad Moderna tiene unas características propias que la diferencian de la actual.

La moneda metálica tiene un valor intrínseco: su ley o contenido efectivo en metal más los costos de fabricación; y un valor nominal, que es otorgado por la Corona y expresado en una unidad de cuenta, por ejemplo en Castilla es el maravedí. Los sistemas monetarios están basados en oro y plata, para las grandes transacciones; y cobre, para las pequeñas. Finalmente, es preciso señalar que también el oro y la plata son mercancías objeto de comercio. El precio del mercado del oro y la plata puede diferir del nominal otorgado a la moneda, lo cual es una forma de alterar la confianza del público en la misma.

Otras características importantes son la variedad de sistemas monetarios y la libertad de acuñación, pero siempre sometidas a las condiciones y control de la Corona. Una Corona, por cierto, que tiende al endeudamiento, lo que conllevará el uso y generalización de otros medios de pago como los títulos de deuda pública y las letras de cambio.


La estabilidad monetaria en Castilla durante el siglo XVI.

El descubrimiento supuso disponer de una fuente casi inagotable de plata, lo que permitió mantener durante el siglo XVI una continua estabilidad monetaria que comienza a resquebrajarse con las primeras bancarrotas de Felipe II.

Lo que sucedió realmente fue una salida ingente de numerario. En tiempos del emperador se exportaron monedas de oro a Francia, donde tenían más valor; el escudo, con una finura de 91,6% y un nominal de 350 maravedíes fue la moneda de oro tipo en estos tiempos. Felipe II alteró su valor nominal a 400 maravedís, pero sin alterar su valor intrínseco. Por consiguiente, esta moneda fuerte se utilizaba para las grandes transacciones.

En cuanto a la plata, era el real la moneda tipo que se utilizaba en el interior del reino. El proceso monetario que se está operando durante el XVI es una salida de oro y plata de España importante. Las consecuencias inmediatas será la aparición de una moneda de inferior calidad, el vellón, con sus consiguientes fluctuaciones.

Los metales preciosos, por ser amonedables, tenían prohibida su salida de los territorios peninsulares. La Corona otorgaba licencias para la exportación de dinero o, la mayoría de las veces, se hacía de forma ilegal. La Corona se vio encerrada en su política exterior y se vio en la necesidad de mantener un ejército permanente en Europa, además de tener una balanza comercial deficitaria. Con estos presupuestos se inicia un inestable siglo XVII caracterizado por las continuas fluctuaciones monetarias.


Las alteraciones monetarias del siglo XVII. La ley de Gresham y la época del vellón en Castilla.

El vellón es una moneda de cobre con un pequeño porcentaje de plata, utilizada para pequeñas operaciones comerciales. Fue Felipe III el que autorizó la primera acuñación de vellón, puro, sin plata. La época del vellón (1599-1680) se corresponde con una necesidad perentoria de la Corona para financiar sus gastos en el exterior. Necesitaba, por tanto, el oro y la plata para cubrir estos gastos, dejando el vellón para el mercado interior.
Las consecuencias nefastas fueron casi inmediatas. La sociedad no confió en un medio de pago como el vellón existiendo otra moneda de mejor calidad. La desconfianza lleva a atesorar la buena moneda como valor refugio (ley de Gresham) y a desprenderse de la mala (el vellón). En definitiva, la mala moneda termina desplazando a la buena que tiende a guardarse para intercambios más importantes.

La moneda de vellón estuvo sometida a todo tipo de fluctuaciones. El llamado "premio de la plata" era el sobreprecio que, por encima de la cotización oficial, se exigía al cambiar una moneda de plata por vellón, también existía un "premio del oro". El "resello" era otra operación típica que consistía en elevar el valor nominal al estamparle un nuevo sello o marca (resello). Esta práctica favorecía a la Corona, ya que cuando se ordenaba un resello, los poseedores de vellón debían presentarse en un lugar establecido por la Corona. Cuando las monedas eran reselladas, la diferencia quedaba en manos de la Corona. Es decir, si la moneda era resellada por el doble de su valor nominal, una mitad se la llevaba el poseedor y la otra la Real Hacienda (se otorgaba una indemnización por costes de traslado).

Estas modificaciones en la moneda provocaron una sobrevaloración de la plata y bruscas inflaciones. Las enérgicas protestas de las Cortes provocaban retirar cobre de la circualción, lo cual provocó deflaciones. Esta es la historia de la moneda durante el siglo XVII (manipulación-inflación-deflación).

VV.AA: "Historia Económica de la España Moderna" Actas. Madrid.1999.








jueves, 13 de noviembre de 2008

Historia Económica :La Escolástica

Santo Tomás (1.225–1.274)

Los escritos de Santo Tomás constituyen un sistema de pensamiento coherente y amplio que trata de reconciliar la fe con el conocimiento racional.

Método escolástico. Se propone una cuestión, se sigue mediante una clara y detallada exposición y se cita a continuación a las diferentes autoridades en la materia, con el fin de refutar o de volver a interpretar sus opiniones. Se da entonces una respuesta, al mismo tiempo que se hace una crítica minuciosa de las opiniones contrarias.
La propiedad privada , defendida por Aristóteles,está de acuerdo con la ley natural, y debe ser regulada por el gobierno; el que posee, obligado a compartir; comunal para aquellos que deseen llevar una vida de perfección, postura defendida por los Padres de la Iglesia.
A fin de reconciliar ambos puntos, explica que ciertas cosas pertenecen a la ley natural. Pero la naturaleza no produjo ni la separación de propiedades ni la esclavitud; éstas fueron ideadas por la razón en beneficio de la vida humana.

La regulación de la propiedad

Santo Tomás aprueba la regulación de la propiedad instituida en el Antiguo Testamento (Año sabático, año jubilar y uso común de ciertos bienes) y cree, como Aristóteles, que la regulación salvaguarda el estado y el bien común. Santo Tomás no es partidario de una distribución igualitaria de la propiedad privada, ni establece un derecho absoluto del propietario contra el estado, como hicieron autores posteriores.
La administración de la riqueza (aspectos de la posesión de bienes):

a) Adquisición/enajenación: La propiedad privada queda justificada.

b) Uso: El propietario debe permitir a los demás que las compartan con él. Esto lleva a actos de caridad, liberalidad y munificencia.

Las leyes humanas quedan derogadas en los casos de evidente y urgente necesidad, en cuyos momentos la apropiación deja de ser un hurto.

La redención de los negocios

En la Baja Edad Media, los legisladores y teólogos quieren reconocer la importancia del mercader en la economía desarrollada. Se empezó a pensar que las enseñanzas de los Padres se habían dirigido a un mundo todavía pagano, pero que poco a poco había de dejar de serlo. Europa se había hecho cristiana; había ahora controles legales y espirituales que frenaban la avidez y la avaricia:

El trabajador merecía su salario; se fue aplicando a trabajadores y artesanos.
El transporte de las mercancías fue considerado como la principal función del mercader; sólo podía desempeñarse exponiéndose a grandes riesgos.
Los motivos de justificación del uso de los beneficios para el propio sustento fueron las obras de caridad, y realizar el negocio como servicio que proporciona mercancías al público.Santo Tomás empieza por definir la función del mercader como el acto de ajustar el cambio.
El beneficio es algo legítimo, el menos el beneficio moderado, cuando el traficante persigue un fin necesario u honrado.

El justo precio

Tanto los juristas civiles como los eclesiásticos tenían ante sí la tradición del Derecho Romano con su laesio enormis o violación excesiva. Las leyes romanas: libertad de contrato y regateo. En la doctrina y en la práctica legales, la regla del laesio enormis se extendió ampliamente; se podía llevar ante los tribunales los sobrecargos de +/- 50%.
Santo Tomás: ¿puede un hombre vender lícitamente una cosa por más de su valor? El valor de una cosa es su precio justo y, si el precio de venta se desvía de él debe procederse a la restitución de la diferencia.
Santo Tomás no especifica cuál es el valor o justo precio de una cosa. Pero era establecido por todos que:
El justo precio era el precio en curso que prevaleciera en un determinado lugar y en un tiempo dado y podía ser fijado aproximadamente por cualquier persona honesta.
Aristóteles: los cambios deben hacerse en forma que sea ventajoso tanto para el comprador como para el vendedor. Sólo en circunstancias excepcionales, cuando la transacción no sirve al beneficio de ambas partes sino que beneficia a una al tiempo que perjudica a la otra, puede incluirse en el precio una cantidad adicional.
El sistema de precios medieval
S. Tomás, antes de la Summa: las diferencias existentes en el valor de las cosas pueden deberse tanto a factores objetivos como sujetivos.
Se interpreta a Santo Tomás y San Alberto Magno: los valores de las cosas reflejaban las cualidades objetivas y medían el valor de los servicios que pueden prestas. Si los productores no recibieran un precio justo que cubriera tanto su trabajo como sus gastos, no habría intercambio y la sociedad caería hecha pedazos. Su fin es conservar el orden de la sociedad medieval.
En el sistema de precios medieval, el justo precio que cubría el costo de producción servía como instrumento para estabilizar la distribución de los recursos productivos.
La regulación de los precios
Muchos precios estaban sujetos a reglamentación por parte de las autoridades y las asociaciones gremiales. Bastaba adherirse a él para considerar que se cumplía el justo precio.

El pecado de la usura

La doctrina medieval del interés, lo iguala a la usura y se deriva de las enseñanzas de los Padres.
Carlomagno definía la usura “pedir a cambio más de lo que se da”. Canonistas y teólogos dieron creciente atención a la usura interpretándola como una violación de la ley natural y de la justicia o como un pecado de avaricia o falta de caridad.
La sociedad medieval era primitiva y predominantemente agraria, para la cual era muy adecuada la prohibición del interés. Al final de la Edad Media, las oportunidades para el uso productivo del capital iban aumentando; la prohibición se interpretó de forma que pudo acelerar el desarrollo económico.
Santo Tomás redefine la doctrina de la usura. Distinción entre bienes consumibles y no consumibles, y entre un préstamo y un arrendamiento:

a) No consumible. Puede arrendarse porque genera una renta.

b) Consumible. No rinden usufructo; si el prestador de tales bienes pide a cambio más de lo que prestó, estaría pidiendo más de lo que existe.

Los títulos de interés extrínsecos, uso productivo del capital, quedan excluidos de la prohibición de la usura porque el capitalista, en lugar de poner disponibles los fondos en forma de crédito, tiene la libertad de escoger otras formas legales tales como la sociedad o la asociación, bajo las cuales los socios comparten pérdidas y ganancias. Había títulos extrínsecos sobre los cuales el prestamista podía recibir como pago una cantidad superior al capital prestado:

a) Damnum emergens (daño sufrido). El prestamista podía pedir una compensación por las pérdidas que hubiera sufrido al haberse deshecho de sus bienes.

b) Lucrum cessans (ganancia perdida). Rechazada por S. Tomás. El vendedor se ver privado de la oportunidad de invertir.

c) Mora (incumplimiento). Aprobado. Cuando no se paga cuando debe, estará obligado a compensar al prestamista por el retraso. Abría una puerta para evadir la prohibición de la usura.
d) Periculum sortis (riesgo). Aceptación muy restringida. Riesgo asumido por el prestamista de no cobrar. Podía coger prendas para asegurar el cobro.

Los consorcios

Llegó a ser la forma preferida de inversión. El riesgo de quiebra distinguía la sociedad o consorcio, permitido, del préstamo e interés. Cuando la transacción tiene lugar en forma de operación colectiva o consorcio, su fracaso incide por igual a socios y capitalista. Pudo muy bien haber sido el estímulo para la expansión económica que tuvo lugar en una amplia zona del mundo al final de la Edad Media.
El consorcio resultó en que el capitalista se convirtiera en un empresario amante del riesgo.

Los censales

Fue necesario buscar alguna forma para complacer a aquellos que no quisieran o no pudieran representar el papal de empresarios pero desearan sacarle un rédito a su capital.
El censal es un crédito anual proveniente del beneficio del prestatario, que podía proceder de la tierra, una empresa o el cobro de impuestos.
No fue fácil distinguir anualidades y préstamos, sobre todo si el censal no se vinculaba a una propiedad específica, cuando el rédito anual era constante o la anualidad no era a perpetuidad. La inversión de este tipo no estaba libre de riesgos.

Los bancos de depósito y cambios

Existían bancos de depósito, los grandes mercaderes-banqueros de las ciudades italianas y otros lugares aceptaban depósitos y fijaban un tipo de interés sobres ellos. Los banqueros participaban en vastas operaciones comerciales. También transacciones de cambio con el exterior, que fomentó la profusión de uso de letras de cambio.

Cambio sicco (cambio seco): forma de disimular una clara transacción de crédito.

Letra de cambio: sustituto del dinero; evitaba el envío de efectivo (arriesgado y costoso). Facilitó la regulación de los pagos internacionales.

Las actividades de los bancos de cambio son descritas a menudo como usureras, sin embargo, San Antonino rechaza como usureras las transacciones de cambio exterior que implican crédito e incluye entre ellas los anticipos de fondos por los banqueros.

La doctrina sobre la usura en los tiempos modernos

Terminada la Edad Media, la doctrina escolástica fue aceptando una creciente variedad de préstamos a interés. Se fue reconociendo que la entrega de los fondos propios constituye en sí mismo una pérdida y que el dinero en mano tiene para el que lo posee un valor mayor que el dinero futuro.
Tanto la regla del justo precio como la doctrina de la usura fueron interpretadas en ocasiones como un artificio ideado, no para declarar ilícito el interés, sino para mantenerlo dentro de límites moderados.

Ideas sobre el dinero

En Europa el papel moneda no surge hasta finales del siglo XVII y su aparición refleja los problemas que surgían a causa de las continuas adulteraciones del dinero.
Nicolás de Oresme en Origen, Naturaleza, Derecho y Alteraciones de la Moneda reflexiona sobre los desórdenes de que habían sido responsables los reyes franceses al recurrir continuamente a la falsificación o alteración del dinero.

Antecedentes medievales:

El dinero medieval presentaba numerosos problemas:

a) Escasez del metal

b) Las monedas perdían peso debido a su utilización

c) La composición real no coincidía con la que se suponía, bien por inmoralidad, bien por manipulaciones.

La adulteración de la moneda tenía consecuencias en el comercio externo: el vendedor extranjero rehusaba aceptarlas por su valor nominal.

Devaluación. Al comenzar la Edad Media, con una economía basada en el trueque; el dinero era unidad de medida pero no unidad de cambio: las obligaciones se estipulaban en función del dinero, pero sólo podían saldarse mediante una entrega de géneros de valor equivalente.
Cuando volvió a extenderse ampliamente el uso de la moneda, las autoridades monetarias volvieron a las mismas prácticas de adulteración y devaluación, prácticas que fueron condenadas por escolásticos como John Burilan que analizó la naturaleza del dinero en función de las cuatro causas aristotélicas:

a) Material: Se trata de una sustancia extraña

b) Eficaz: Gobierno

c) Formal: Símbolo de su valor

d) Final: Sirve al hombre.

El dinero era considerado como una medida que tuviera un valor fijo y estable.
No era cosa fácil reconciliar la práctica con la doctrina, pues ello hubiera llevado al reconocimiento de la bonitas intrínseca: el valor de la moneda en sí misma y el abandono del principio de estabilidad y fijeza de la unidad de medida monetaria.

El tratado de Oresme (1325-1382)

El criterio empleado frecuentemente por Oresme al resolver una cuestión es la utilidad común (utilitas communis).

La moneda en circulación pertenece a los que la han adquirido a cambio de alguna mercancía o servicio; el príncipe puede exigir unos derechos de monedaje.

El material del cual se hacen las monedas no debe ser ni demasiado escaso ni demasiado abundante; tampoco debe alterarse el sistema monetario excepto en condiciones de gran necesidad o cuando sea para un claro beneficio de la comunidad.

Tipos de alteración de la moneda:

a) Forma

b) Razón metal/metal

d) Denominación

e) Peso

f) Material

Como regla general, no se permite ninguna de estas alteraciones.

Las ganancias obtenidas por el príncipe con las alteraciones son pérdidas para la comunidad. Con repetidas alteraciones podría ir apropiándose de casi todos los bienes. La adulteración es peor que la usura porque ésta última proviene de un contrato libremente aceptado y la adulteración se realiza en contra de la voluntad de los ciudadanos.