martes, 17 de febrero de 2009

CONCLUSIONES FINALES

Las estructuras económicas existentes, al igual que las mismas sociedades en que se enmarcan, son dinámicas y están en continuo proceso de transformación. Analizar y comprender estos cambios mediante métodos lógicos y racionales, es primordial para entender los factores a los que dan lugar así como su funcionamiento. La Edad Moderna es una etapa de la historia en la que se dieron multitud de transformaciones, y consecuentemente retos, en una sociedad anquilosada en viejos parámetros recionales y que tuvo que elaborar, a veces incoscientemente, formas de desarrollo sin encontrar certeramente una dinámica rectora que pudiese explicarlos y ayudar a controlarlos, pues contradecía hasta en sus más arraigados principios la racionalidad teocrática heredada del medievo. Este proceso arrancó en una sociedad fuertemente estamentada e inmovilista, profundamente religiosa, en los que se localizaban distintos modelos (políticos, sociales, económicos...) y que daban lugar a sistemas de subsistencia y adecuación; finalizando con una sociedad de clases secularizada, enmarcada en un mundo intercomunicado en casi todos los aspectos y en la que el tener sustituyó al ser. En vista de la comparación, parece imprescindible analizar cuales fueron los cambios estructurales que se produjeron en la economía, principal motor de cambio a mi modo de ver, para comprender el mundo en el que vivimos y porqué es éste y no otro.

El hombre, y las sociedades como el conjunto de éstos, al igual que toda forma de vida conocida, tiende hacia un objetivo muy puntual, sobrevivir y hacerlo cada vez de manera más fácil. Para ello debe adaptarse a las situaciones que se le presentan haciendo uso de su inteligencia, dando lugar a estructuras sociales, políticas, tecnología, sistemas económicos y un largo etcétera. Pero estas estructuras, por lo general, son fruto de la experiencia en ausencia de un conocimiento que explique y de un irrevocable sentido a esa dinámica de cambio, incluso hasta nuestros días, permitiendo racionalizar la respuesta de la sociedad a adversidades recurrentes en la historia, muchas veces provocadas por el mismo hombre. Por lo que es habitual que se presenten momentos de crisis en los que el sistema ya no responda a las necesidades, dando lugar a cambios, algunos transitorios y duraderos y otros conflictivos y revolucionarios. En un ámbito de cambio comienza la Edad Moderna.

Tras una larga crisis que asoló Europa a lo largo del siglo XIV, se dieron una serie de circunstancias que denotaban la inviabilidad de las estructuras medievales vigentes hasta entonces. Entre ellas pueden nombrarse una mayor presión demográfica, una mayor necesidad de rentas, el crecimiento de los núcleos urbanos, la expansión del horizonte conocido, nuevos hábitos de consumo, nuevas formas de hacer la guerra, un incremento considerable de los intercambios comerciales y una, tímida todavía, secularización social. Circunstancias que demandan nuevas estructuras que posibiliten el equilibrio entre los distintos sectores de la sociedad. La respuesta fue un cambio progresivo en el que las principales estructuras de dominio y poder no sufrieron alteraciones notables, si bien se dio cabida al desarrollo de sectores que jugaban un papel primordial en las nuevas relaciones de producción como, todavía en formación y sin una conciencia de clase, la burguesía.

Son muchos e innumerables los cambios que se produjeron en esta etapa, más aún si contamos con los que a sí mismos éstos dieron lugar. Los propietarios de los principales medios de producción existentes entonces vieron, tras una larga experiencia de guerras, querellas y sublevaciones que cuestionaban el orden existente por el que éstos, la nobleza y el clero, mantenían el control y dominio de la sociedad mediante el uso de privilegios jurídicos, económicos, políticos..., la necesidad de un poder ligítimo e incuestionable que arbitrara las relaciones de producción al amparo de los estamentos privilegiados y que mantuviera su status social. Este poder era la monarquía que, haciendo uso de la Iglesia como medio de legitimación divina y de la nobleza como sustento económico, político y militar, llevó a la aparición de un estado que, con el tiempo, asumió las funciones militares y políticas gracias a la ayuda proporcionada por el desarrollo de una compleja hacienda.

Este perfil socio-político permitió el desarrollo intrínseco de los fenómenos económicos que, entre otras cosas, habían propiciado su formación. El aumento demográfico, los mecanismos sociales de legitimación y las innovaciones y descubrimientos en la producción, crearon una nueva forma de demanda cuya satisfacción recayó en manos de los mercaderes, una clase social no privilegiada pero tampoco nueva que vivirá en esta etapa una importantísima expansión. A pesar de no dedicarse, por lo menos no íntegramente en su gran mayoría, a la agricultura, considerada como fuente de todas las riquezas y libre de pecado, recayeron en sus manos la formación de importantes redes de intercambio, tanto nacionales como internacionales, de mercancías cuya expansión fue cada vez mayor gracias a factores como el desarrollo de sistemas bancarios, mecanismos de crédito, de pago y de intercambio, la celebración de ferias donde se concretaban transacciones y pagos..., creándose un sistema financiero desconocido hasta entonces y en que cada vez eran menos las zonas del planeta que no estuviesen bajo su órbita. No hay que olvidar que estos mecanismos fueron propiciados gracias a la regulación llevada a cabo por el estado, gran beneficiario de estos procesos y demandante de ingentes cantidades de crédito, así como el descubrimiento de nuevos yacimientos de metales preciosos, imprescindibles para la satisfacción de medios de pago en un sistema monetario mercantilista.

Estos procesos tuvieron consecuencias a veces no esperadas, pero sí inevitables. Por ejemplo, la ascensión de la burguesía y el desarrollo de su conciencia de clase conllevaron una importante contradicción con los estamentos privilegiados, que mantenían su dominio político y social en un contexto en el que los medios de producción y las fuentes de riqueza habían cambiado de manos. Situación inútilmente sostenida por la corona, cuya vinculación a la nobleza y a la Iglesia habían creado un sistema rígido e inmovilista, situación, por otra parte, lógica puesto que la intención de las clases dominantes es no ser relevadas por otras. Un choque, pues, entre lo antiguo y lo nuevo, ésto es entre los privilegios, los gremios, los juicios morales del clero..., y la burguesía, la libertad de mercado, las nuevas formas de propiedad... Pudiendo resumirse en un conflicto entre el ser y el tener.

Posteriormente, estas contradicciones, creadas de la resolución de las anteriores, resolvieron en nuevas estructuras. Ya en la Edad Contemporánea asistimos a la Revolución Industrial, el surgimiento de las ideas liberales, el nacimiento de la sociedad de clases...

Cabe preguntarse si los coetáneos a todos estos procesos desarrollados a lo largo de la Edad Moderna eran conscientes de ello o no. Las teorías elaboradas al amparo de las circunstancias que se presentaban, parecen más el fruto de la intención de resolver los problemas prácticos a corto plazo. Este es el caso de los arbitristas españoles, pero ello no les impidió elaborar los primeros esbozos acerca de la dinámica económica de la sociedad en un contexto cultural retrógrado y conservador. Con el tiempo aparecieron las primeras escuelas de pensamiento económico como la de los fisiócratas, mediante un método científico basado en una metodología concreta, permitieron el desarrollo de conceptos clave para la economía como el de producto neto como riqueza, pero todavía contaba con una notable carencia de medios y conocimientos. Finalmente, para esta etapa, la aparición del liberalismo económico a manos de Adam Smith trajo las bases para el desarrollo del capitalismo y la ascensión como clase dominante de la burguesía, la cual adaptó a lo largo de los siglos XIX y XX las estructuras sociales y políticas a sus principios e intereses. A pesar de todo, estas bases han sido reformadas en multitud de ocasiones, como fruto de sus imperfecciones, dando lugar a cambios cualitativos importantes como, y bajo mi punto de vista el más importante, la concepción a lo largo del siglo XX del individuo, no sólo como un agente productivo, sino también de consumo gracias a la intervención de economistas como John Maynard Keynes; así como también revisadas desde sus orígenes a manos de individuos como Karl Marx.

Esa labor de los economistas no hace más que responder al inagotable interés del hombre por conocerse a sí mismo, entenderse y poder dar respuesta a aquellos interrogantes que, todavía hoy, rigen nuestra existencia. Clases como ésta me ayudan profundamente a confirmar muchos de los principios de los que dispongo y a elaborar muchos otros, siempre consciente de que todavía queda mucho por aprender.

jueves, 5 de febrero de 2009

SOBRE LA ECONOMÍA EN LA EDAD MODERNA.

La economía en la Edad Moderna se puede estudiar desde varias perspectivas. Todas están interconectadas entre si y el cambio de un sólo factor influye en el resto. La Edad Moderna se inicia con la expansión de Occidente frente a la presión musulmana, Europa gana una batalla con el descubrimiento de América; gracias a los metales se consolida el capitalismo, un capitalismo comercial si se quiere, pero con la suficiente fuerza como para remover todo el orden económico y social existente.

Los tres siglos que comprenden la Edad Moderna se pueden resumir en un siglo XVI expansivo en todos los sentidos; un XVII recesivo y de crisis y, finalmente, un siglo XVIII de recuperación y expansión, donde en su segunda mitad el Reino Unido comenzará a construir un vasto imperio y cambiará su modelo de producción basándolo en el sector industrial.

Si atendemos a las cifras, la economía en la Edad Moderna sostuvo un crecimiento demográfico a pesar de las guerras, crisis de subsistencia o epidemias. La población casi se duplicó desde 1550 a 1820, pasando de 60 a 116 millones de habitantes, por tanto, podemos señalar que en ese aspecto la economía, a nivel general, fue exitosa. ¿A qué se debe este éxito relativo?.

No existe una respuesta concreta. Los adelantos desde el punto de vista de la ciencia ayudaron a mejorar los rendimientos de la agricultura (principal ocupación y sector durante los tres siglos) en niveles de producción y de productividad. El desarrollo de la literatura agronómica es otro factor, también el cambio en las formas de propiedad con las enclosures que inauguran la aparición de un capitalismo agrícola y tienden a superar la economía agrícola de subsitencia. También la expansión de los mercados y del capital; el crédito y la definitiva aceptación del dinero como una mercancía más son otros hitos a tener en cuenta.

Como bien señala Wallerstein, los tiempos modernos ven nacer el nuevo sistema mundial. Una economía mundo que supera todos los localismos medievales, y un poder económico que prograsivamente irá ganando protagonismo y separándose del poder político. Los mecanismos del capitalismo y del mercado no han variado en esencia desde los inicios de la modernidad hasta nuestros días: inflación-deflación, expansión del crédito, especulación son algunos de los rasgos que hoy en día también caracterizan a nuestra economía, a un nivel más complejo por supuesto.

Es también en la Edad Moderna donde la ciencia, tal y como la conocemos hoy en día, es concebida. La economía aparece como una ciencia autónoma, con leyes propias, y con la capacidad de predecir (en teoría) los movimientos de los mercados. Adam Smith o David Ricardo posteriormente; en el siglo XVI Bodino o Tomás de Mercado, pensadores que elevaron lo económico a disciplina científica, además de motor principal de todas las potencias del momento.

Es tal la magnitud y desarrollo que adquiere la economía durante la Edad Moderna que finalmente terminará por someter al poder político. Progresivamente las normas sociales, los derechos de paso, las corporaciones o gremios irán desapareciendo en favor de las doctrinas liberales. Será en el siglo XIX cuando se consuma este proceso, y serán los pensadores de cuño marxista los que encuentren una explicación (La Gran Transformación, Karl Polanyi). Simplemente en estos siglos se prepara el terreno para la libertad de mercado, son los siglos de aparición del capitalismo.

Es en la llamada Revolución Industrial cuando se genera un cambio cualitativo importante, de ahí el uso de la palabra revolución. Es un cambio en el sistema de producción que ocasiona una modificación en las pautas de vida del individuo: migración campo-ciudad; proletarización; degeneración de las condiciones de vida y hacinamiento en las ciudades. Todo este proceso también se está gestando durante los siglos modernos.

En definitiva, la Edad Moderna supone un corte con el mundo medieval en lo económico. La economía empieza secularizándose (como toda la sociedad) en el siglo XVI, para terminar con una madurez en el siglo XVIII, libre de todo yugo político y moral (en teoría). Pero es ese poder político en forma de Estado Moderno el que impulsa en parte este proceso.

Finalmente, y a modo de valoración personal del curso y la asignatura, señalar que el curso me ha proporcionado una idea estructural de la economía en los siglos XVI, XVII y XVIII. Las partes prácticas me han permitido acercarme a coyunturas (industria, agricultura en los Países Bajos o el trabajo sobre los precios) las cuales han enriquecido ese conocimiento estructural. En definitiva, a base de trabajo continuo nos acercamos al conocimento más o menos objetivo y verdadero de los procesos históricos y de los cambios.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Reflexión sobre la economía europea en la Edad Moderna.

La historia de la Baja Edad Media y de la primera Edad Moderna es una historia de adaptación a un nuevo modelo. Se pasa de una economía principalmente agraria de autosubsistencia y sin una búsqueda de lucro como fin en sí mismo, a la expansión de la industria y del comercio (sin llegar a desplazar a la agricultura como principal sector hasta siglos después) en busca de beneficios económicos como medio para el ascenso social. Es el inicio de una nueva sociedad de clases que convivirá con la estamental, plenamente vigente hasta prácticamente el XIX. De un mercado fundamentalmente local y regional, con poco más que los productos alimentarios básicos, textiles y útiles de trabajo, a un mercado europeo (y mundial a partir del XVI) y con una oferta mucho más variada. Esta oferta responde a una demanda, la de las clases poderosas tradicionales y la de la nueva burguesía emergente. Se demandan nuevos productos suntuarios, en parte producto de las nuevas tensiones sociales, en las que estos grupos como parte de su lucha de poder, competirán por la apariencia. Pero puede que también influya en esta nueva demanda un cambio de mentalidad. Las capas medias y altas aspiran a disfrutar más de la vida, abandonando el estoicismo cristiano austero, influido por la nueva mentalidad burguesa urbana (trabajo a cambio de beneficio, ya no solo conformándose con su situación social inicial), tal vez por el “carpe diem” renacentista o incluso por ciertas inquietudes intelectuales (recordemos que el libro en este época se convierte en un bien muy preciado y que es en el XV y en el XVI donde se producen algunos de los mayores cambios en la religión cristiana). Pero dejando aparte posibles teorías sociales, la economía de esta época sufre multitud de cambios de por sí. Los mercados se amplían, el comercio y eje económico se desplazan del Mediterráneo al norte de Europa, la economía se dinamiza después de siglos de estancamiento (creando a su vez más tensiones sociales, el mundo financiero se desarrolla hasta niveles sin precedentes y la agricultura, aun siendo la ocupación de la gran mayoría de la población, ya no es la que mayores beneficios genera.
Generalizando mucho (intervienen muchos más factores, además hay que tener en cuenta que las particularidades nacionales hacen que en cada estado el desarrollo económico diverja mucho respecto a los demás, pero esta es una visión personal y muy simplificada), la expansión económica del XVI lleva a una inflación tan desmesurada que unida a los continuos conflictos bélicos del XVI y la primera mitad del XVII, dejan a casi toda Europa sumida en una profunda crisis, llevando al equilibrio de poderes que viene tras Westfalia. A finales del XVII se inicia una lenta recuperación de los estados europeos, que continúa en el XVIII. Pero dado que esta mejora no repercute a toda la población, sino a las élites tradicionales, la tensión social, junto a otros factores, llevarán a las revoluciones burguesas de finales del XVIII y la primera mitad del XIX.
A lo largo de este periodo, la competencia entre países deja de ser exclusivamente bélica y diplomática, para dejar una parcela cada vez mayor a la competencia económica. Los gobiernos de la época dejan de interesarse por la economía exclusivamente como medio de conseguir algunos recursos fiscales mal organizados e intentan tomar las riendas de la nueva economía emergente. Como forma de consolidar su poder, tanto dentro de sus propios estados, como respecto a los estados vecinos, protegen sus economías nacionales por distintos medios. Ya sea por el control directo de los centros de poder económico (no solo las minas, también los centros financieros y comerciales como las ciudades del norte de Italia, la zona de Borgoña o Flandes, disputadas por varias de las potencias europeas hasta Westfalia), por proteccionismo directo por medio de los aranceles o procurando conseguir una balanza comercial positiva, todos los gobiernos europeos intentarán consolidar o aumentar su poder económico y político. Pero también irá surgiendo la tendencia contraria a lo largo de la Edad Moderna, la liberal. Defenderán que la economía debe funcionar por sí sola, por sus propios mecanismos (la oferta y la demanda), sin intervención alguna del Estado o con la mínima posible. Ambos sistemas contrapuestos, cada uno con sus ventajas e inconvenientes, serán aplicados en distintos marcos espaciales y temporales, muy unidos a la política llevada por cada Estado. Estas tensiones llegan hasta nuestro tiempo, en el que, para algunos, puede que estemos viviendo la crisis del neoliberalismo. Y aquí la importancia de la historia económica, ya que no solo nos es necesaria para comprender el periodo analizado, sino también para nuestra propia época y para toda la historia en sí. Los aspectos de cualquier cultura, ya sean sociales, políticos, económicos o culturales, están interrelacionados, y nos guste o no, las condiciones económicas de cada pueblo y cada época, si no determinantes es innegable que son primordiales. Más allá de teorías históricas cíclicas o lineales, los ciclos económicos se siguen sucediendo aunque afectados por las peculiaridades de cada tiempo. Para conocer plenamente la economía de hoy en día, es necesario conocer la historia económica que hemos heredado.

lunes, 2 de febrero de 2009

Conclusión Final

El primer día de clase, en la presentación David nos hizo explicar por qué habíamos escogido esta asignatura, yo respondí que me había matriculado en esta clase porque me costaba entender los distintos procesos económicos, por los que han pasado los diferentes estados a lo largo de su historia.
Cuatro meses después me doy cuenta de que no sólo entiendo dichos procesos, sino que he aprendido mucho acerca de economía y de Historia Moderna, gracias a las exposiciones que hemos ido haciendo en clase y a los blogs que han tratado temas muy originales sobre los que a menudo no se profundiza, bien por falta de tiempo o bien por considerarlos de menor importancia.
En conclusión tengo que decir que, aunque a veces me he visto un poco desbordada con el trabajo , mi valoración global de todo el cuatrimestre es buena, por lo anteriormente comentado,pero también porque hemos hecho cosas distintas y porque me hizo enfrentarme a la experiencia de exponer ante la clase mi parte del trabajo que para mí era lo más difícil.

miércoles, 28 de enero de 2009

FISCALIDAD

El desarrollo de la fiscalidad fue imprescindible para la expansión económica que vivió Europa a lo largo de la Edad Moderna. Esta evolución financiera vino de la mano de varios factores:
El desarrollo de nuevos medios de pago, a parte del metálico, como el de la letra de cambio. Esta nace en el norte de Italia hacia el siglo XIV y consistía en una operación que agilizaba las transacciones monetarias por la que un "dador" expedía una letra de cambio a un banquero llamado "tomador", el cual se la enviaba a su corresponsal, llamado "beneficiario", allí a donde estaba dirigida para que pagase al "librado" a nombre del dador. La operación se reinvertía para confirmar al dador que su pago había sido efectuado. Esta operación incluía unos intereses, dado que conllevaba una operación de transferencia de capital, una operación de crédito y una operación de cambio de divisas en caso de que fuese una transacción internacional. La consecuencia más directa fue el uso que se le dio a estas letras de cambio como medios de pago transfiriendo el derecho de cobro.
El desarrollo de las ferias, lugares donde se juntaban los mercaderes dedicados a una actividad en concreto para realizar negocios. Las había de comercio, cuyo principal objeto de operaciones eran mercancías, y pago, donde los mercaderes se juntaban para concretar pagos y deudas. Destacan Amberes, Lyon y Medina del Campo.
Esta evolución hubiese sido imposible sin un desarrollo paralelo de los bancos. Estos se conocían desde la Baja Edad Media, pero sufren una expansión en el siglo XV. Existían diversos tipos de bancos: los bancos públicos, en los que había una intervención del Estado; los bancos de corte, mal estudiados se sabe que acompañaban a la corte adelantándoles dinero cuando lo demandaban, pero la accesibilidad que experimentaron los bancos privados los dejó obsoletos; bancos particulares o privados, en los que más que una entidad financiera sería correcto hablar de banqueros, los cuales custodiaban depósitos por los que pagaban unos intereses y concedían créditos a cambio de unos intereses, por supuesto, mayores; ya entrado el siglo XVIII aparecerán los bancos centrales como institución encargada de los depósitos y la deuda de los estados.

HACIENDA

La hacienda funcionaba por entonces de manera muy diferente a la actual. Hoy en día se calculan los gastos en función de los ingresos que haya. Por entonces los gastos se realizaban a crédito, siendo los ingresos una garantía del cobro de los mismos. Podían distinguirse dos tipos de deuda:
Deuda flotante- Entendida como aquella contraída por el monarca con un banquero en forma de asiento.
Deuda consolidada- Contraída por el estado con algún particular a modo de títulos de deuda pública, juros...
Como anécdota, la Gloriosa Revolución de 1688 en Inglaterra pretendía, entre otras cosas, obtener la garantía absoluta del pago de la deuda contraída por el estado. Esto trajo multitud de inversores a Inglaterra a lo largo del soglo XVIII, lo que le permitió armar un ejército notable y protagonizar el despegue naval de ese mismo siglo.
FÁBRICAS Y PLANTAS TÉRMICAS

Cuando se necesitaban materiales y técnicas específicas se ponían todos bajo un mismo techo. Esta modalidad de producción nació en Florencia y en Flandes, generalizánose a partir de 1500.
Estas fábricas eran muy excepcionales y aunque pudiesen abrirse por iniciativa privada, solía ser el estado el mayor responsable. Contaban con técnicas y medios muy avanzados y abarcaban textiles, porcelanas, armas, refinerías de sal, astilleros, altos hornos...

Diferentes modelos de Europa

Inglaterra- Destacó por encima de todas la industria textil en la que sobresalían dos tipos de tejidos, los paños y los estambrados o nuevos paños. Los primeros eran de alta calidad y caros. Los segundos eran de peor calidad pero mucho más baratos, lo cual les abrió muchas puertas en el mercado hasta hacerse con él. Los nuevos paños ingleses venían muy bien para los climas cálidos del continente americano y para el Mediterráneo. En el norte de Europa, pese a abrigar menos, también tuvieron una gran acojida por ser fácilmente manipulables. Ante un contexto de inflación, la demanda de estos estambrados creció sin parar hasta convertirse en el producto estrella inglés de la Edad Moderna.
España- A pesar de la visión decadente que ha dado la historiografía, estudios recientes han demostrado que no fue así. En España hubo un aumento muy considerable a lo largo del siglo XVI en el aspecto cuantitativo, pues cualitativamente el modelo centroeuropeo fue muy superior. Destacó, a lo largo del siglo XVI, la industria naval impulsada por el comercio transatlántico. Además, se dieron multitud de mercaderes españoles presentes en Lyon, Amberes y Londres con notables fábricas en la Península como la familia Bernuy.

martes, 13 de enero de 2009

La Industria en la Edad Moderna

La situación en torno al 1500 favoreció el desarrollo de la industria. El aumento de la producción y de los medios de pago, la expansión de mercados y ferias a nivel regional y europeo y el desarrollo de nuevos gustos (y por lo tanto la creación de nuevas pautas de demanda) incrementaron la cantidad y variedad de las manufacturas. Si bien la industria siguió sin ser el sector prioritario de la población europea, sí lo fue para aquellos que buscaban el lucro económico (junto al comercio).
  1. Modos de organización industrial.
  • Gremios.
Los gremios, asociaciones de los trabajadores del mismo oficio, se caracterizan por un intervencionismo y un proteccionismo exacerbado de la producción. Todo el proceso de producción pasa por una reglamentación estricta: materias primas, almacenamiento, salarios, horarios, precio de venta, etc. Los trabajadores se organizan en una clara jerarquía con tres niveles, aprendices, oficiales y maestros con una clara regulación para pasar de un nivel a otro. En teoría poseían el monopolio de producción de las manufacturas correspondientes. Además del carácter económico tienen un claro componente social. Pertenecer a un gremio conlleva una determinada identidad de grupo, con unos privilegios, derechos y deberes definidos. El gremio define no solo el comportamiento profesional de sus miembros, también a nivel personal, asociando a la pertenencia al grupo una solidaridad interna, incluso connotaciones religiosas en el caso de las cofradías.
De origen medieval, se ha supuesto tradicionalmente que a partir del XV los gremios entran en decadencia. Actualmente se pone en duda. Los gremios siguen siendo un apoyo importante para la estructura social del Antiguo Régimen y para el poder político (principalmente por la función de recaudación fiscal). No pierden importancia durante la Edad Moderna. Siguen apareciendo nuevos gremios, en algunos casos incluso aumentan su importancia a nivel urbano respecto a la que tuvieron en la Edad Media, y la continua aparición de ordenanzas refleja su actividad.
Como principales inconvenientes del sistema habria que comentar que el excesivo control y limitación de la producción, la calidad y los precios (en general buenas calidades y precios altos) hizo el sistema poco flexible. La falta de adaptación a las condiciones de mercado limitó su expansión.
  • Domestic system
También llamado verlagsystem o putting-out system, es un sistema de producción en el que un empresario subcontrata a otros individuos, normalmente en el medio rural, para que realicen una parte o todo el proceso productivo a cambio de una remuneración. El empresario aporta las materias primas al campesino o artesano (y en algunos casos un pequeño capital que podía ser utilizado para mejorar el instrumental necesario), encarga un producto, lo recoge y le da salida. La remuneración viene en función de las condiciones de mercado. Esto hacía necesaria una cierta previsión por parte del empresario que debía obtener información sobre oferta, demanda o conflictos bélicos o sociales que pudiesen entorpecer el proceso. La mayor flexibilidad y capacidad de adaptación a las condiciones de mercado hace que el sistema se vaya expandiendo a lo largo de la Edad Moderna. Aunque tradicionalmente se les ha definido como sistemas opuestos, en ocasiones gremios y domestic system se complementaban, encargando los primeros una parte del proceso(normalmente la primera, la mas burda, dejando el proceso más elaborado para los talleres urbanos) a trabajadores rurales. El principal sector con este sistema es el textil pero también en muchos otros como la minería y metalurgia a pequeña escala, la fabricación de útiles de madera o metal o la imprenta.
Las circunstancias de la crisis económica del XVI y parte del XVII fomentaron el desarrollo del verlagsystem. El ascenso de los precios favoreció el producto rural, en general de menos precio y más adaptable a las necesidades del mercado. Al no aumentar los precios pero no los salarios, se concentró capital en manos de posibles inversores. Y finalmente la crisis en sí, aumentó la necesidad de un salario complementario para las poblaciones campesinas. Todo esto generó una "protoindustria".
Esta protoindustria es un precedente de la primera Revolución Industrial, poniendo en duda incluso el concepto de revolución, ya que se observa en algunos casos una evolución paulatina. La generación de capitales, en algunos casos, se reinvirtió en el campo, en las mejoras técnicas que llevaron a la revolución agraria, ya claro precedente de la 1ª Revolución industrial. Se observa así como la Revolución Industrial no estaba necesariamente unida al sector urbano y fabril. La ruralización surgida en toda Europa a lo largo del XVII fomenta aún más el uso del verlagsystem. Así pues el modelo británico resulta no ser el único para llegar a la industrialización. Esto matiza el concepto tradicional de crisis en la Europa del XVII (especialmente en el caso de Castilla y su teórica decadencia industrial. Actualmente en revisión, varios autores defienden esta teoría frente a la visión tradicional.