miércoles, 4 de febrero de 2009

A lo largo de este periodo, la competencia entre países deja de ser exclusivamente bélica y diplomática, para dejar una parcela cada vez mayor a la competencia económica. Los gobiernos de la época dejan de interesarse por la economía exclusivamente como medio de conseguir algunos recursos fiscales mal organizados e intentan tomar las riendas de la nueva economía emergente. Como forma de consolidar su poder, tanto dentro de sus propios estados, como respecto a los estados vecinos, protegen sus economías nacionales por distintos medios. Ya sea por el control directo de los centros de poder económico (no solo las minas, también los centros financieros y comerciales como las ciudades del norte de Italia, la zona de Borgoña o Flandes, disputadas por varias de las potencias europeas hasta Westfalia), por proteccionismo directo por medio de los aranceles o procurando conseguir una balanza comercial positiva, todos los gobiernos europeos intentarán consolidar o aumentar su poder económico y político. Pero también irá surgiendo la tendencia contraria a lo largo de la Edad Moderna, la liberal. Defenderán que la economía debe funcionar por sí sola, por sus propios mecanismos (la oferta y la demanda), sin intervención alguna del Estado o con la mínima posible. Ambos sistemas contrapuestos, cada uno con sus ventajas e inconvenientes, serán aplicados en distintos marcos espaciales y temporales, muy unidos a la política llevada por cada Estado. Estas tensiones llegan hasta nuestro tiempo, en el que, para algunos, puede que estemos viviendo la crisis del neoliberalismo. Y aquí la importancia de la historia económica, ya que no solo nos es necesaria para comprender el periodo analizado, sino también para nuestra propia época y para toda la historia en sí. Los aspectos de cualquier cultura, ya sean sociales, políticos, económicos o culturales, están interrelacionados, y nos guste o no, las condiciones económicas de cada pueblo y cada época, si no determinantes es innegable que son primordiales. Más allá de teorías históricas cíclicas o lineales, los ciclos económicos se siguen sucediendo aunque afectados por las peculiaridades de cada tiempo. Para conocer plenamente la economía de hoy en día, es necesario conocer la historia económica que hemos heredado.

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